El papa Francisco ofreció esta tarde la tradicional rueda de prensa con los periodistas a bordo del vuelo de regreso de su visita a Kazajistán.
En su diálogo con los comunicadores, reiteró su preocupación ante temas como la guerra en Ucrania, el derecho a la defensa y el tráfico de armas. Además, se refirió a una “crisis de valores” en Occidente, a la situación en Alemania, donde afirmó que la Iglesia “necesita pastores, no planes pastorales” y lo que está sucediendo en Nicaragua . Durante el vuelo, también celebraron el cumpleaños de una periodista.
Consultado sobre la visita a Kazajistán, el Papa expresó: “Realmente de Asia Central -salvo la música de Borodin- no sabía nada. Fue una sorpresa encontrar representantes de estas naciones. Y también Kazajistán fue realmente una sorpresa porque no me lo esperaba así. Sabía que es un país, es una ciudad, que se ha desarrollado bien, con inteligencia. Pero encontrar después de treinta años desde la independencia tal desarrollo, no lo esperaba”.
“Además, un país tan grande, con diecinueve millones de habitantes… Increíble. Muy disciplinado y hermoso. Con muchas bellezas: la arquitectura de la ciudad bien equilibrada, bien dispuesta. Una ciudad moderna, una ciudad que yo diría que es ‘del futuro'”, aseguró. “Eso es lo que me impresionó tanto: el deseo de avanzar no sólo en la industria, en el desarrollo económico y material, sino también en el desarrollo cultural. Fue una sorpresa que no esperaba”.
“Luego el congreso… una cosa muy importante. Está en su séptima edición. Lo que significa que es un país con visión de futuro, que hace dialogar a quienes normalmente son descartados. Porque hay una concepción progresista del mundo para la que lo primero que hay que descartar son los valores religiosos. Y un país que se asoma al mundo con una propuesta así… siete veces ya hecha, ¡es maravilloso! Después, si hay tiempo, volveré a tocar el tema de este encuentro interreligioso. Usted puede estar orgullosa del país y de la patria que tiene”, respondió a la periodista kazaja.
Un periodista alemán pidió al Santo Padre hablar de la paz: “En su opinión, ¿en este momento, Ucrania debería recibir armas?”, preguntó. “Esta es una decisión política, que puede ser moral, moralmente aceptada, si se hace de acuerdo con las condiciones de la moral, que son muchas y, entonces, podemos hablar de ello. Pero puede ser inmoral si se hace con la intención de provocar más guerras o vender armas o desechar las que ya no necesito”, advirtió Francisco.
“La motivación es lo que cualifica en gran medida la moralidad de este acto. Defenderse no sólo es lícito, sino también una expresión de amor a la patria. El que no se defiende, el que no defiende algo, no lo ama, mientras que el que defiende, ama. Esto toca otra cosa que dije en una de mis intervenciones, o sea, que se debería reflexionar más sobre el concepto de guerra justa. Porque todo el mundo habla hoy de la paz: Desde hace muchos años, desde hace setenta años, las Naciones Unidas hablan de la paz, hacen muchos discursos sobre la paz. Pero, ¿Cuántas guerras hay ahora mismo? La que has mencionado, Ucrania-Rusia, ahora Azerbaiyán y Armenia que se ha detenido un poco porque Rusia ha salido como garante, garante de la paz aquí y hace la guerra allá… Luego está Siria, diez años de guerra, ¿Qué está pasando allí que no para? ¿Qué intereses mueven estas cosas? Después está el Cuerno de África, el norte de Mozambique o Eritrea y una parte de Etiopía, luego Myanmar con ese pueblo sufriente que tanto quiero, el pueblo rohingya que da vueltas y vueltas como un gitano y no encuentra la paz. Pero estamos en una guerra mundial, por favor….”, lamentó.
“Recuerdo algo personal, cuando era niño, tenía nueve años. Recuerdo haber escuchado la alarma del periódico más grande de Buenos Aires: en esa época para celebrar o dar malas noticias, sonaba eso -ahora ya no suena- y se escuchaba en toda la ciudad. Mi mamá dijo: ‘¿Qué pasa?’. Estábamos en la guerra, año 1945. Una vecina llegó a la casa y dijo: ‘La alarma sonó…’ y gritó: ‘¡La guerra ha terminado!’. Y veo a mamá y a la vecina llorando de alegría porque la guerra había terminado, en un país sudamericano, ¡tan lejos! Estas mujeres sabían que la paz es más grande que todas las guerras y lloraron de alegría cuando se hizo la paz. No lo olvido. Me pregunto: no sé si hoy estamos con el corazón educado para llorar de alegría cuando vemos la paz. Todo ha cambiado. Si no haces la guerra, no eres útil”, reflexionó.
“También está la fábrica de armas. Este es un negocio asesino. Alguien que entiende de estadística me decía que si se dejaran de fabricar armas durante un año se solucionaría toda el hambre del mundo… No sé si es cierto o no. Pero el hambre, la educación… nada, no se puede porque hay que fabricar armas. En Génova, hace unos años, tres o cuatro, llegó un barco cargado de armas que iba a transferirlas a un barco más grande que iba a África, cerca de Sudán del Sur. Los trabajadores del puerto no quisieron hacerlo, les costó, pero decían: ‘No colaboro’. Es una anécdota, pero hace que uno tenga conciencia de la paz. Usted ha hablado de su patria. Una de las cosas que he aprendido de ustedes es la capacidad de arrepentirse y pedir perdón por los errores de la guerra. Y, además, no sólo pedir perdón, sino pagar por los errores de la guerra: esto habla bien de ustedes. Es un ejemplo que se debería imitar. La guerra en sí misma es un error, ¡es un error! Y nosotros, en este momento, estamos respirando este aire: si no hay guerra, pareciera que no hay vida. Un poco desordenado, pero ya he dicho todo lo que quería decir sobre la guerra justa. El derecho a la defensa, sí, pero utilizarlo cuando sea necesario”, concluyó.
Una periodista polaca preguntó al Santo Padre si ante lo que está ocurriendo en Ucrania, la destrucción total por parte de Rusia, cree que hay una “línea roja” más allá de la cual no se debería mostrar apertura al diálogo con Rusia, porque sería “justificar la violencia”. Además, preguntó si el próximo viaje será a Kiev.
“Creo que siempre es difícil entender el diálogo con los Estados que han iniciado la guerra, y parece que el primer paso fue desde allí, desde ese lado. Es difícil pero no hay que descartarlo, debemos darle oportunidad de dialogar a todos, ¡a todos! Porque siempre existe la posibilidad de que en el diálogo podamos cambiar las cosas, y también ofrecer otro punto de vista, otro punto de consideración”, afirmó.
“No excluyo el diálogo con ninguna potencia, que esté en guerra, sea el agresor… a veces hay que dialogar, pero hay que hacerlo, ‘apesta’ pero hay que hacerlo. Siempre un paso adelante, una mano tendida, ¡siempre! Porque, de lo contrario, cerramos la única puerta razonable para la paz. A veces no aceptan el diálogo: ¡qué pena! Pero el diálogo se debe hacer siempre, al menos ofrecerlo, y eso es bueno para quien lo ofrece; hace que se respire”, consideró.
“Durante este viaje se ha hablado mucho de valores y ética. En particular, durante el Congreso Interreligioso ha sido evocada por algunos líderes religiosos la pérdida de Occidente debido a su degradación moral. ¿Cuál es su opinión al respecto? ¿Considera que Occidente está en estado de perdición, amenazado por la pérdida de sus valores? Pienso, en particular, en el debate que hay sobre la eutanasia, sobre el final de la vida, un debate que ha habido en Italia, pero también en Francia y Bélgica”, expresó una periodista francesa a su turno.
“Es cierto que Occidente, en general, no está en el nivel más alto de ejemplaridad en este momento. No es un niño de primera comunión, no realmente. Occidente ha tomado caminos equivocados, pensemos por ejemplo en la injusticia social que hay entre nosotros, hay países que están un poco desarrollados en justicia social, pero pienso en mi continente, América Latina, que es Occidente. Pensemos también en el Mediterráneo, que es Occidente: hoy es el mayor cementerio, no de Europa, sino de la humanidad. ¿Qué ha perdido Occidente por olvidarse de acoger, cuando en realidad necesita gente? Si se piensa en el invierno demográfico que tenemos necesitamos gente: tanto en España -en España, sobre todo- como en Italia, hay pueblos vacíos, sólo hay veinte ancianos, y luego nada. Pero, ¿por qué no hacer una política occidental en la que se incluya a los inmigrantes con el principio de que el inmigrante debe ser acogido, acompañado, promovido e integrado? Esto es muy importante, para integrar, pero en cambio ‘no’, se dejan las casas vacías”, alertó el Papa.
“Es una falta de comprensión de los valores, cuando Occidente ha vivido esta experiencia, somos países que hemos emigrado. En mi país -creo que son 49 millones en este momento- sólo tenemos un porcentaje de menos de un millón de aborígenes, y todos los demás son de raíces migrantes. Todos: españoles, italianos, alemanes, eslavos polacos, de Asia Menor, libaneses, todos… La sangre se ha mezclado allí y esta experiencia nos ha ayudado mucho. Luego, por razones políticas, las cosas no van bien en los países de América Latina, pero creo que la migración debe tomarse en serio en este momento porque eleva el valor intelectual y cordial de Occidente. Por el contrario, con este invierno demográfico. ¿Hacia dónde vamos? Occidente está decayendo en este punto, está decayendo un poco, ha perdido… Pensemos en la parte económica: se hace muy bien, pero pensemos en el espíritu político y místico de Schuman, Adenauer, De Gasperi, esos grandes: ¿Dónde están hoy? Hay grandes, pero no logran hacer avanzar a la sociedad. Occidente necesita hablar, respetarse a sí mismo, y luego está el peligro del populismo. ¿Qué ocurre en un estado sociopolítico así? Nacen los mesías: los mesías de los populismos”, expresó.
“Estamos viendo cómo nacen los populismos, creo que he mencionado algunas veces ese libro de Ginzberg, Síndrome 1933: dice exactamente cómo nace el populismo en Alemania tras la caída del gobierno de Weimar. Así nacen los populismos: cuando hay un nivel medio sin fuerza, y uno promete al mesías. Creo que no somos nosotros, los occidentales, los que tenemos que ayudar a otros pueblos. ¿Estamos un poco en decadencia? Tal vez, sí, pero tenemos que recuperar los valores, los valores de Europa, los valores de los padres fundadores que fundaron la Unión Europea, los grandes”.
Acerca de la eutanasia, el pontífice fue breve: “Matar no es humano, y punto. Si matas con motivación, … al final matarás más y más. Matar dejémoslo a las bestias”
Sobre el tema de escasez de valores religiosos y la vitalidad de la democracia, sobre todo en Italia ante la proximidad de las elecciones, Francisco fue consultado acerca de qué le recomendará al próximo primer ministro o presidenta del gobierno, y cuáles son, a su juicio, las prioridades para Italia, cuáles son sus preocupaciones, y qué riesgos hay que evitar, el Papa contestó: “Creo que sobre esto ya he respondido en mi último viaje. Conocí a dos presidentes italianos, del más alto nivel: Napolitano y el actual. Grandes. Luego a los otros políticos no los conozco. En mi último viaje pregunté a uno de mis secretarios cuántos gobiernos ha tenido Italia en este siglo: veinte. No puedo explicarlo. No condeno ni crítico, simplemente no me lo explico. Si los gobiernos se cambian así, hay que hacerse muchas preguntas. Porque hoy en día ser un político, un gran político, es un camino difícil. Un político que se la juega por los valores de su patria, los grandes valores, y no se la juega por los intereses, el sillón, las comodidades… Los países, entre ellos Italia, deben buscar grandes políticos, aquellos que tengan la capacidad de hacer política, que es un arte. La política es una vocación noble. Creo que uno de los Papas, no sé si Pío XII o San Pablo VI, dijo que la política es una de las formas más altas de caridad. Debemos luchar para ayudar a nuestros políticos a mantener un alto nivel de la política, no la política de bajo nivel que no ayuda en absoluto, y más bien tira del Estado hacia abajo, lo empobrece”.
“Hoy en día, la política de los países de Europa debería tomar el problema, por ejemplo, del invierno demográfico, el problema del desarrollo industrial, el desarrollo natural, el problema de los inmigrantes… La política debe tomarse en serio los problemas para avanzar. Me refiero a la política en general. No entiendo la política italiana: sólo esa cifra de veinte gobiernos en veinte años, un poco extraña, pero cada uno tiene su manera de bailar el tango… se puede bailar de una manera u otra y la política se baila de una manera u otra”.