Para las izquierdas del oscuro panorama político, el 19 de julio “debe y tiene que ser, debe y tiene que convertirse en una plataforma de lucha con la violencia justa del pueblo, con una respuesta clasista y revolucionaria contra el Estado, contra el Congreso, contra el Gobierno, contra todo lo que representa Lima y las empresas, sin retroceso” (así dicen algunos volantes impresos que se están repartiendo en movilizaciones en Puno, Cusco y Arequipa). Dicen en sus arengas, incluso usando medios virtuales: “frente a la represión, violencia popular”. ¿Es ese el acto representativo de una posición política democrática?
En Ayacucho gritaba un grupo de transtornados: “el 19 de julio, muerte a los tombos” y se reían los que les miraban y escuchaban, como si “los tombos” fueran una especie de objetivo sangriento, un enemigo que se debe combatir, arrasar, destruir, aniquilar (en el lenguaje marxista).
Los fanáticos comunistas que promueven desde las izquierdas el odio y la violencia, quieren usar la palabra terruqueo como tapón a toda denuncia ciudadana que sobre bases ciertas, señala la presencia de un discurso y notorios elementos subversivos que están conduciéndose desde afuera y presionando desde adentro, el control de la denominada absurdamente “toma de Lima”, que no es nada más y nada menos, que la acción maoísta del avance del campo a la ciudad, una obsesión en Sendero luminoso.
Entendamos: “Para comprender ese desarrollo de la violencia ‘como algo legítimo’ es necesario advertir cómo esa voluntad política aprovecha determinadas coyunturas, se alimenta de antiguas debilidades institucionales, aprovecha determinadas fallas estructurales, recoge ciertas reivindicaciones y graves frustraciones, expresa cierto imaginario y logra enraizarse en distintos sectores sociales y escenarios geográficos” (del Informe Final de la CVR, actualizando las frases).
Hay que leer todo y no mirar de lado (el contexto) porque las izquierdas han decidido tomar vías legales de participación política desde las calles y discursos irregulares desde los medios, lanzando protestas por todo y sin todos, reivindicando la necesidad de tener discursos múltiples (baraja abierta) y no centralizando la dirección, sino la atención sobre los culpables de siempre (la derecha, el centro, la izquierda caviar, las empresas, los partidos, las empresas, la Iglesia católica y las evangélicas, los Estados Unidos y un sinnúmero de enemigos de clase y enemigos de país como ellos lo conciben).
Es así que para este 19 de Julio, Sendero luminoso -en realidad, el militarizado partido comunista- tiene una nueva etapa de reactivación, haciendo otra vez una prueba “del campo a la ciudad” para sembrar e impactar mensajes de odio en algunas mentes y militancias, a fin de darle secuencia a su estrategia que está apagada en las ciudades y se está debilitando en el campo.
Es necesario -dicen los del militarizado partido comunista- crear violencia como respuesta provocadora que produzca “millones de brazos, millones de arengas”. Y para ello, cercarán a los grupos que participen en la “toma”, porque si hay errores, es “porque no habrán puesto la violencia popular en la primera línea, sino el mensaje de las oenegés que los financian para ser contrapeso con el gobierno y recibir su parte”.
La “toma de Lima” ¿es una obra de teatro con un millonario financiamiento? Parece serlo, ya veremos.