El 2019 tenemos una sensación de acumulación de iras y lamentos que se están encendiendo rápidamente, dejando de lado lo que en verdad debería primar, la lucha contra la delincuencia y en ella, la más elegante y libre de condenas, la corrupción en el Estado y con el Estado, porque ese es el centro de todo lo que nos ahoga.
El escándalo de Odebrecht es una pieza pequeña de lo que estamos descubriendo, es apenas una puerta de entrada que nos irá conduciendo a más empresas y más ladrones que viven codo a codo con los gobiernos y quienes rodean a los oscuros políticos en sus decisiones de Estado.
Lo dijimos el año pasado, sobre el mapa de la corrupción está una organización que funciona sirviendo de inventora, promotora, gestora y habilitadora de proyectos, licitaciones, concursos, asesorías, seminarios, relaciones públicas y cuanto nuestra imaginación pueda suponer, pero sigue latente, más fuerte, con mayores compromisos delictivos.
Frente a esta desastrosa escena se hace preciso que los ciudadanos no dejen de participar en las redes sociales con su voz y protesta, comunicando su indignación y también, sobretodo, demostrando ideas y propuestas para recuperar al país en el camino limpio que debemos tener siempre.
Ideas y propuestas, acción y ejemplo. Tenemos que señalar el camino para que el Perú no siga herido en su esencia y condenado en su historia.