El festival de la risa es nada frente al monumental espectáculo de la broma, de eso que se llama política y que va del humor extremo hasta las lágrimas masivas de contemplación de lo absurdo que es todo eso que se hace llamar “proceso electoral”, en un país de locuras que parece querer elecciones a cada rato, como si existiera una esperanza y solución encarnada en los candidatos y sus organizaciones criminales que ven al Estado como su botín y captura de poder.
40 sinverguenzas, 40 rostros y lenguajes de hipocresía “ya se anuncian” ellos mismos, como potenciales candidatos a la presidencia de la República (para el año 2026). ¿Qué los está animando en estos tiempos de escándalos e indiferencias a hacer esos autobombos de liderazgo inexistente, de popularidad que nadie conoce, de aplausos que nadie les da? La sucia ambición, no la justa aspiración. Y hay que decirlo, y hay que decírselos.
Desde un general trabalenguas que pide que no generalicen sus errores y votos de abstención, hasta un asesino de policías, un ebrio compulsivo, ex ministros fracasados, congresistas convictos, miserables e incompetentes, han visto que es posible que la presidente Dina Boluarte “pueda caer más y sea vacada y entonces…” se alistan desde ahora para probar su suerte empujada por los acontecimientos que les han dicho que pueden pasar y ante los cuales…”debes estar preparado”.
Por eso, cada fin de semana en especial, se hacen lujuriosas reuniones en casas de playa y campo, donde depende del bolsillo del convocante el menú y la degustación carnal, donde al ritmo de mucho alcohol y las drogas -en muchos casos, eso nos cuentan-, se hacen escenarios futuros de pensamientos particulares sobre lo que harán cuando sean presidentes, los que sueñan con el poder obtenido fuera del proceso que es natural (elecciones ciudadanas) y se escudan en el juego del Congreso y de la vacancia, quizás, de la renuncia de Boluarte. Los demás en cambio (los no congresistas), aspiran al caos en aumento y que se adelanten las elecciones del 2026 para ver si así les liga como a sus antecesores, eso del “outsider”.
Los menos prontuariados se ven preparando el largo camino al 2026 y sueñan, pesadillas de por medio, con el día del debate, como si “eso” fuera lo decisivo para el salto a la popularidad y el voto masivo que les de el milagro electoral.
El gran problema para el Perú en su conjunto es que todos esos 40 “potenciales candidatos” carecen de ideas, no tienen propuestas, son puro personalismo y populismo. Son como decía mi abuela: “cantantes sin letra de canción a entonar”, no sirven ni para fonomímica (¿sabrán lo que es?).
Frente a tan natural escenario de la peruanidad, paciencia amigos y no amigos, porque esos van a caer en sus alianzas y denuestos, para que se abran paso las voces de todos y los rostros de muchos, ya verán.
Imagen referencial, mounstrosa fonomímica