Un 8 de diciembre, del año 1854, por medio de la bula Ineffabilis Deus, Pío IX declaraba que la Virgen había nacido sin la mancha del pecado original y por tanto Inmaculada.
¿Cuál fue el elogio que Pío IX hizo en esa ocasión de la Madre de Dios? Este aparece sobre todo en el punto 19 de la bula:
Nuestra boca está llena de gozo y nuestra lengua de júbilo, y damos humildísimas y grandísimas gracias a nuestro Señor Jesucristo, y siempre se las daremos, por habernos concedido aun sin merecerlo, el singular beneficio de ofrendar y decretar este honor, esta gloria y alabanza a su Santísima Madre.
Trituradora de la serpiente, refugio de los que peligran
Mas sentimos firmísima esperanza y confianza absoluta de que la misma santísima Virgen, que toda hermosa e inmaculada trituró la venenosa cabeza de la cruelísima serpiente, y trajo la salud al mundo, y que gloria de los profetas y apóstoles, y honra de los mártires, y alegría y corona de todos los santos, y que refugio segurísimo de todos los que peligran, y fidelísima auxiliadora y poderosísima mediadora y conciliadora de todo el orbe de la tierra ante su unigénito Hijo, y gloriosísima gloria y ornato de la Iglesia santo, y firmísimo baluarte destruyó siempre todas las herejías, y libró siempre de las mayores calamidades de todas clases a los pueblos fieles y naciones, y a Nos mismo nos sacó de tantos amenazadores peligros; hará con su valiosísimo patrocinio que la santa Madre católica Iglesia, removidas todas las dificultades, y vencidos todos los errores, en todos los pueblos, en todas partes, tenga vida cada vez más floreciente y vigorosa y reine de mar a mar y del río hasta los términos de la tierra, y disfrute de toda paz, tranquilidad y libertad, para que consigan los reos el perdón, los enfermos el remedio, los pusilánimes la fuerza, los afligidos el consuelo, los que peligran la ayuda oportuna, y despejada la oscuridad de la mente, vuelvan al camino de la verdad y de la justicia los desviados y se forme un solo redil y un solo pastor.
Desglosando el elogio de Pío IX a la Virgen, de la mano del Dr. Plinio
Un día, en una de las reuniones “Santo del Día” que hacía, el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira comentó el texto de arriba de la bula.
Decía el Dr. Plinio que después de manifestar su alegría por haber sido escogido como Pontífice para proclamar esa grandeza de la Virgen, la de su Inmaculada Concepción, el Papa Mastai Ferreti continuaba con los maravillosos efectos que para la historia de los hombres y del universo se derivaban de ese privilegio de Nuestra Señora.
Resaltaba el Dr. Plinio el gigantesco poder de las llaves otorgado a un Papa, un mero hombre, que por su condición de sucesor de Pedro, es capaz de agregarle un título de honra a Aquella que está por encima de los santos y de los ángeles.
Por ser Inmaculada, la Virgen aplasta la cabeza del enemigo de Dios y del enemigo del género humano, el demonio, y con eso da una gran gloria a Dios.
Su condición de Inmaculada también le da un gran poder de intercesión, y un gran poder para arrancar las almas de las garras del demonio.
Protectora de los individuos, protectora de las naciones
Su poder de intercesión también ayuda a la Iglesia a combatir las herejías que la amenazan y no sólo se dirige a los individuos sino que también se extiende a las naciones, a quienes Ella protege.
Es decir, en el día de la Inmaculada, el ambiente es propicio para considerar toda la grandeza de la Virgen, grandeza de la cuál somos harto beneficiarios.
Cuando fue concebida María, comenzó el triunfo de Cristo. Su existencia en esta Tierra fue el inicio de la destrucción del poder de satanás.
En la víspera del día de la Inmaculada, la noche del 7, en algunos países se encienden velitas, como símbolo de la luz que nace. Celebración esta muy apropiada, más en este tiempo de Adviento: la Luz del Mundo es Cristo, que nacerá en la noche del 24. Pero esa luz fue precedida y anunciada por otra luz, la de María Inmaculada, que además es nuestra Madre.
Con la redacción de Carlos Castro, Gudium Press