Observo las lágrimas de los familiares en una ceremonia religiosa a la que voy invitado y siento como propio el dolor de los padres, esposas y pequeños hijos de los jóvenes Soldados de la Patria, cruelmente asesinados por el terrorismo del Partido Comunista Sendero Luminoso y me indignan las expresiones de algunas personas que pretenden siempre ofender el servicio ejemplar de las Fuerzas Armadas en defensa de nuestra integridad como país.
En un cobarde atentado, o en una emboscada, como siempre lo hacen quienes esconden ausencia de valores para dedicarse a la violencia como negocio y camino hacia el poder que la Democracia jamás les brindará, las vidas de peruanos entregados a la misión de la paz termina heroicamente .
En el VRAEM –desde donde escribo en estos momentos- no nos sentimos lejos de morir, estamos atrapados entre la selva y las inalcanzables alturas de la enredada geografía. Estamos atrapados entre la producción y el transporte del narcotráfico, entre la vigilancia y protección que les da el terrorismo fuertemente ideologizado y presentado en su faceta de odio exacerbado. Esa es la verdad que a diario miles de niños, ancianos y padres de familia humildes en especial, tienen que sobrellevar a cuestas.
Un gobierno de poca competencia que no tiene nuestros ojos, posee otra mirada para este drama social, económico, educativo y político. El último ataque registrado en los medios –porque todos los días se comentan enfrentamientos en distintas zonas- fue seguido del asesinato a jóvenes sin armamento y me pregunto ¿Eso es conflicto interno en vez de decir que se trata de terrorismo? ¿Dónde está la condena de esas organizaciones que dicen defender los derechos humanos y siempre buscan judicializar a los Soldados del Perú haciéndolos culpables de cualquier absurdo?
En el VRAEM nunca he dejado de ver cómo nuestros jóvenes Soldados ayudan a la población y son bien acogidos en sus Comunidades –muchos de ellos nacidos en esas tierras hermosas-, jamás he dejado de acompañarlos en un saludo cuando a más de 3,000 metros y en plena helada conversamos, jamás he dejado de recibir un abrazo compartido y un nos vemos pronto.
Jóvenes tan jóvenes, entregados al servicio del Perú, acompañados en Huancayo por una multitud que sabe lo que es tener cerca de sus vidas el temor del terrorismo y perder a sus familias. Fueron ellos, no nosotros los que han partido y es a ellos que debemos rendirles homenaje.
La subversión no está acabada, no son remanentes, no son abigeos, son columnas terroristas del Partido Comunista Sendero Luminoso las que siguen sembrando terror, violencia y odio contra un país que debe surgir con más energía para acabarlos, con todas las armas posibles.
En el VRAEM, cerca de Huancayo y de Huancavelica, a pocas horas de Lima vivimos en medio del terror sin que el gobierno ponga las máximas energías en combatirlo, pero sabemos que cientos de jóvenes Soldados de la Patria están acá y todo el Perú tiene el deber de estar con ellos.
fotografía, Dirección de Informaciones del Ejército – Portal Institucional