Así lo expresó en una carta enviada este sábado 6 de junio al P. Jozef Woutres, abad general de la Orden de los CanónigosRregulares Premonstratenses, fundada por San Norberto de Xanten en la histórica Abadía de Prémontré, en el norte de Francia, con motivo de su 900 aniversario.
El Pontífice recordó al P. Jozef Wouters que “hoy más que nunca el anuncio de la Buena Nueva es necesario y exige por parte de todos, especialmente de los sacerdotes, un generoso compromiso todavía más fuerte de coherencia entre el mensaje proclamado y la vida personal y comunitaria”.
Asimismo, el Santo Padre encargó al abad de Prémontré “establecer un fuerte vínculo entre cada uno de los miembros de la comunidad y de su propia Iglesia. En esa profesión radica la misión de rezar por y con toda la Iglesia”.
Además, el Papa se dirigió también a los miembros de la comunidad premonstratense y les pidió que conserven siempre “la apertura del corazón que sabe abrir incluso las puertas de la casa, para acoger a quien busca un consejo espiritual, quien pide ayuda material, quien desea compartir con vosotros una oración”.
“El fuerte vínculo de Norberto con la Eucaristía es fuente de inspiración para vuestra vida apostólica”, les recordó.
En su carta, el Papa repasó la historia de la Abadía de Prémontré y de la vida de San Norberto. La Abadía de Prémontré es obra de San Norberto, nacido en Xanten, Alemania, en torno al año 1075 y uno de los artífices de la reforma gregoriana. Tras completar sus estudios eclesiásticos, se convirtió en canónigo del capítulo de Xanten. Gracias al Obispo Federico de Colonia, pasó a formar parte de la corte del Emperador Enrique V, recordó el Santo Padre
Precisamente, como miembro de la corte imperial, fue una de las voces más sobresalientes contra el nombramiento de Obispos por parte del Emperador y romper así los vínculos de los ministros de la Iglesia con los intereses puramente mundanos, señaló Francisco.
Su postura a favor del Papa y en contra del Emperador, bajo la guía del Obispo Federico de Colonia, le llevó a abandonar la corte imperial en 1115 e iniciar un camino espiritual que lo llevó a una auténtica conversión tras un largo proceso de discernimiento.
“Norberto renunció a la vida de la corte y decidió caminar solo Christo duce en un estilo de vida inspirado en los Apóstoles”, destacó el Papa. “Se ordenó primero diácono y, el mismo día, sacerdote. Se despojó de sus lujosas vestiduras cortesanas y se vistió con el hábito de penitente”.
En primer lugar, “trató de convencer a sus hermanos del capítulo de Xanten de abrazar un nuevo modelo de vida más cercano a las exigencias del Evangelio, pero en vano”.
A continuación, “Norberto decidió consultar a varios directores espirituales: el abad benedictino Cono de Siegburg, el eremita Ludolfo, y, en Rolduc, conoció a una comunidad de canónigos regulares reformados que basaban su vida en la Regla de San Agustín”.
De esa manera, “comenzó también él a predicar penitencia y conversión, y a llevar una vida de oración y mortificación”. Además, “aunque no era muy común en su tiempo, con frecuencia, cuando no todos los días, celebraba la Eucaristía”.
Inspirado por la misión de los Apóstoles de Jesús, “Norberto optó por una vida itinerante”. “Se puso en camino y llegó hasta Saint Gilles, en la Provenza”.
“Caminaba a pie con solo una túnica, una manta y un bastón, llevando siempre consigo lo necesario para la celebración de la Eucaristía acompañado de dos compañeros peregrinos”.
En Saint Gilles se reunió con el Papa Gelasio II, quien lo autorizó a operar como predicador apostólico.
Tras recibir la confirmación como predicador por parte del nuevo Papa, Calixto II, electo en 1119, “regresó al norte de Francia donde se encontró a un amigo de la infancia, el Obispo Burchard de Cambrai, quien se maravilló del cambio producido en su estilo de vida”.
En esas circunstancias, “Norberto conoció a Hugo de Fosses, capellán del Obispo de Cambrai. Hugo se encontraba también a la búsqueda de una vida más cercana al Evangelio y reconoció en aquel encuentro un don de la Providencia. Con permiso de su Obispo, Hugo se convirtió en compañero de Norberto y lo siguió. Más tarde será el primer abad de Prémontré”.
“La biografía de Norberto narra cómo sanaba a los enfermos en los caminos, cómo expulsaba a los espíritus malignos y cómo lograba aplacar antiguos odios entre familiar nobiliarias. Estas reconciliaciones dieron paz a regiones donde la población sufría mucho por culpa de las continuas guerras locales”.
En Reims volvió a ser recibido por Calixto II y se encontró con Bartolomeo, Obispo de Laón, quien le ofreció varios posibles lugares donde establecerte. Norberto eligió Prémontré. Era el año 1120.
Junto con varios seguidores, muchos de ellos canónigos, hizo profesión según la Regla de San Agustín en la noche de Navidad de 1121. Esa fecha quedó marcada como la de la fundación de la comunidad de Prémontré.
Toda esta herencia la ha recibido la Abadía de Prémontré que, desde hace nueve siglos, “desempeña su misión en el espíritu de la Regla de San Agustín, con fidelidad a la meditación y a la predicación del Evangelio, acudiendo al misterio eucarístico, fuente y culmen de la vida de la Iglesia”.
“Desde el principio, Prémontré ha ejercido una gran fascinación. Muchos hombres y mujeres se unieron a la comunidad de canónigos que buscaba reflejar la Iglesia naciente descrita en los Hechos de los Apóstoles”, destacó el Papa.
Así, “el ardiente entusiasmo de los inicios se estructuró en una vida religiosa austera de la que formaba parte la hospitalidad y el cuidado de los pobres y de los peregrinos”.
En 1126 Norberto es nombrado Arzonispo de Magdeburgo y el Papa Onorio II aprueba su propósito de vida. Norberto abandona Prémontré y funda otras comunidades. Además, se esfuerza en cultivar buenas relaciones entre el emperador y el Papa siempre bajo el principio de la libertad en el nombramiento de los oficios eclesiásticos.
En 1128 Norberto cede la dirección de las comunidades por él fundadas a la guía de sus propios abades. Hugo de Fosses se convierte entonces en el primer abad de Prémontré.
“Vuestro fundador”, concluyó la carta el Papa Francisco, “vivió en muchos y diferentes ambientes, pero, en toda circunstancia, se ha dejado guiar por el Evangelio: predicador itinerante, sacerdote, superior de comunidad, obispo, siempre continuó escuchando a Dios y a los hermanos, y ha sabido discernir varias circunstancias de la vida sin perder de vista su inspiración fundamental”.
La Abadía de Prémontré fue incautada durante la Revolución Francesa y hoy es un hospital. En la actualidad, con presencia en 23 países, 81 casas y 1.600 miembros, la sede de la Orden Premonstratense se encuentra en Roma.