El Periodismo era una profesión hermosa, de gran significado, muy golpeada pero resistente en sus tiempos de dignidad latente; sin embargo, ahora está en bancarrota, humillada, destrozada por muchos de los que dicen ser comunicadores y no son más que autómatas del odio y del resentimiento. Esa es la única verdad y los ciudadanos han emitido la condena.
Odio, escándalos, perversiones, violencia, agitación, resentimiento -lo repetimos cuantas veces sea necesario para que se escuche muy fuerte: resentimiento-, inversión de valores y destrucción del sentido de patriotismo, pero todo eso mezclado como lo “políticamente correcto”, lo culturalmente correcto, la nueva moral que visten los inmorales, paradojas del destino. Ese es el discurso militante de la propaganda en los medios, algo así como el reciclaje de lo más absurdo, convertido en la joya del discurso progresista, de izquierda por supuesto.
Los medios ya no están al medio, en el equilibrio, dando ejemplo, informando, comunicando, enseñando, liderando. Ahora son el ventilador del odio, el exprimidor de la moral y el respeto.
Hasta hace unos 30 años, ningún medio de comunicación vivía del presupuesto del Estado, no se desesperaban por conseguir contratos de publicidad con los gobiernos regionales o municipales por ejemplo, no ideaban falsas campañas de comunicación para los ministros o responsables de pliegos presupuestales, tampoco se hipotecaban por auspicios para eventos como ahora angustiadamente lo hacen con seminarios, conferencias y charlas casi exclusivas, a todo precio… “como sea, pero que paguen”
“Hablo bien de ti, me pagas bien por tres conceptos básicos y algunos extras. Pones publicidad, contratas campañas de promoción a tu figura política o gremial, como si fueran noticias de un trabajo ejemplar y me contratas para que seas tú el sponsor principal -el platinun- de mis eventos sobre economía, finanzas y lo que podamos negociar, sino seré tu enemigo”
Y así, contratados por el Estado a nuestro entender, insultan, atacan y ofenden a los que están opuestos a ellos. Y lo hacen como si fueran los dueños de la verdad.
Entonces, si el desprestigio de la política es culpa de los políticos, si el desprestigio de la Policía Nacional es responsabilidad de sus efectivos y así vemos que estamos de desprestigios en desprestigios, quien provoca la exacerbación de un hecho para tratar de condenar a una institución por encima del valor de sus miembros, es la oscura e insaciable prensa vendida al odio y al dinero fácil, no hay otra evidencia en nuestra opinión.
En conclusión, los culpables de la noticia hoy hecha inmundicia, son los medios, pero “esos” medios que colocaron a Vizcarra, a Sagasti y ahora al comunismo en toda su perversión y criminalidad. Y frente a esos medios, las redes resisten, se activan incansablemente y son nuestro camino en libertad.
Por eso, hoy más que nunca: “Los medios con sus medios, no con mis impuestos”