Una corrupción generalizada es como un nido de ratas que se extiende con la complicidad de los que creen que pueden tener fortuna o fama de una manera fácil y rápida comprometiéndose con grupos de fuerza que utilizan procedimientos turbios para crecer con una proyección de legalidad.
Las ratas del nido escondido empiezan a salir para morder todo lo que encuentran y poner leyes que son patentes de corzo para que todos vean que se ha procedido de modo correcto y limpio.
La ley del silencio y la mentira son las armas que utilizan. Se multiplican situaciones de oscuridad con cortinas de humo para desviar la atención y poder avanzar. Se lanzan acusaciones exageradas contra los que podrían desenmascarar los entuertos de las acciones impropias de los jefes y caudillos. Se compran autoridades para que callen y se colocan en los puestos claves y bien pagados, a los “obreros” de un poderoso complot.
El “triunfo” de la mentira
Por fuera, todo funciona bien y no pasa nada, todo se ve color de rosa. Así es el proceder de los fariseos a quienes Jesucristo llama: sepulcros blanqueados que por fuera son hermosos y por dentro es todo podredumbre. La mentira está a la orden del día en el nido de las ratas y se utiliza con desparpajo con un cinismo indignante. Nadie dice nada amparándose en la ley del silencio que es como una mordaza consentida: “mejor no hablar para no tener problemas” y que todo siga igual porque las ratas aseguran que así se van a sostener mejor las cosas.
Un auténtico nido infectado de ratas
Las ratas son ratas y hay que eliminarlas. En un plato de comida no se puede poner al lado de un cuy chactado una rata cocinada. Sería algo abominable. Los dos son animales, pero hay una gran diferencia.
En una organización humana no puede haber ratas, ni una sola, porque puede dar origen a una peste que contamina todo y luego empiezan a multiplicarse las pérdidas. Las ratas hay que eliminarlas cuanto antes.
Urge llamar al flautista
Hoy urge llamar y contratar al flautista de Hamelín.
En 1284 la ciudad de Hamelín estaba infestada de ratas. Un buen día apareció un desconocido que ofreció sus servicios a los habitantes del pueblo. A cambio de una recompensa, él les libraría de todas las ratas, a lo que los aldeanos se comprometieron. Entonces el desconocido flautista empezó a tocar su flauta, y todas las ratas salieron de sus cubiles y agujeros y empezaron a caminar hacia donde la música sonaba. Una vez que todas las ratas estuvieron reunidas en torno al flautista, este empezó a caminar y todas las ratas le siguieron al sonido de la música. El flautista se dirigió hacia el río Weser y las ratas, que iban tras él, perecieron ahogadas.
En la película “El Nido de ratas” fue una persona la que desenmascaró todo diciendo la verdad, aunque eso le supuso terribles amenazas y persecuciones. La verdad hay que defenderla siempre: las cosas no saldrán adelante mientras permanezcan las ratas. Todas deben salir para que pueda pensarse en construir una armonía social. Se equivocan quienes piensan que hay que seguir igual tratando de que las ratas se conviertan en cuyes. Eso nunca va a suceder.