En estos días se ha estado recordando la participación del ahora Canciller Héctor Béjar en la subversión de 1963 y su colofón de 1965, ya con otros actores, financiados y promovidos por el castrismo.
Años después rezagos de estas organizaciones subversivas, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) tuvieron participación en el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Sin embargo tanto el MRTA como el Partido Comunista del Perú (Sendero Luminoso) se nutrieron de las numerosas organizaciones de izquierda comunista, radicalizadas y envenenadas por el “sueño de la lucha armada” pero que actuaban en el plano legal (y también clandestino).
En el caso de Sendero Luminoso nace de una de los tantos fraccionamientos del Partido Comunista (línea pro china) quienes empezaron a hacer trabajo político en universidades y sectores estudiantiles. En tanto el MRTA se nutrió de sectores del Partido Comunista (pro soviético) que se llamaban “Mayoría” y del Partido Socialista Revolucionario (PSR) de la facción denominaba “Marxista Leninista”. De esas canteras diversos elementos subversivos fueron a participar en las guerrillas de Nicaragua y El Salvador, experiencia que les sirvió para incorporarse a diferentes frentes en los años 80s.
Ya en el transcurso del proceso subversivo terrorista se fueron incorporando diversos militantes de partidos de izquierda “legales” como del Partido Comunista Peruano (recordemos los sucesos del congreso de la Juventud), del Partido Comunista del Perú (Patria Roja), del Partido Unificado Mariateguista (PUM) y de otros movimientos menores.
Mientras los líderes y parlamentarios de esos partidos hablaban de “la lucha armada” , los militantes de base y dirigentes intermedios tomaban las armas contra el Perú.
Tras la derrota militar al promediar los 90s; los restos de los movimientos terroristas se mimetizaron y lograron a partir del gobierno transitorio de Paniagua diversas victorias legales (indultos, reducción de penas e incluso absoluciones). Vendría la batalla política e ideológica, logrando reconocimientos a través de organizaciones de fachada (Movadef y Fudepp y diversos colectivos que reivindicaban las acciones terroristas).
Tras 41 años del inicio de lo que los terroristas llamaron “el inicio de la lucha armada”, sectores comunistas , a través de una serie de maniobras fraudulentas, logran hacerse de la elecciones, emulando a lo que grupos comunistas lograron en Chile con Salvador Allende en 1970.
Como parte de este gobierno que inició justo cuando el Perú recordaba el Bicentenario de su Independencia, vemos la presencia de gente vinculada a los movimientos subversivos de los 80s, apologistas e incluso actores de la subversión de los 60s ( el Canciller Béjar).
Las primeras acciones de “gobierno” apuntan a tensar la cuerda y provocar el cierre del Congreso así como acelerar acciones que nos hacen recordar el inicio del chavismo a fines de los 90s (organizaciones paramilitares, por ejemplo) en Venezuela, nacido un golpe fallido y luego de las urnas.
El día de ayer el Alto Mando de las Fuerzas Armadas y la Policía reconocieron al comunista Castillo como Jefe Supremo. Qué vergüenza sentirán los héroes de la lucha antiterrorista. ¿Para qué morimos? , se preguntarán en el Más Allá.
La lucha continúa más allá de cobardía y traiciones. El Perú no caerá en manos del comunismo.