La última vez -previa a la infausta época del terrorismo- que la Policía supo del terrorista Guzmán fue tras el paro del 19 de julio de 1977 por cuya participación fue apresado. Tras esa última detención no se supo nada de él sino tras el llamado “inicio de la lucha armada” (ILA) en mayo de 1980.
Debió haber miles de muertos y ocurrir una constante destrucción por miles de millones de dólares y una incontrolable zozobra en el país, que en un inicio no se sabía realmente qué sucedía, para que tras 12 años se gritara “bingo”, no en una sala de juegos, sino al ocurrir la captura de Abimael Guzmán y la cúpula del Partido Comunista del Perú, denominado a sí ismo “por el Sendero Luminoso de José Carlos Mariátegui”, los terroristas responsables del mayor baño de sangre que vivió nuestra nación.
Sagaces y abnegados Policías de Investigaciones de la unidad de élite GEIN perteneciente a la Dirección Contra el Terrorismo coronaron largos años de esfuerzo.
El más grande genocida apareció luego en una jaula con un traje a rayas y el número 1509, en homenaje a la Policía de Investigaciones del Perú PIP (fecha de su aniversario). Miles de militares, marinos, aviadores, policías, autoridades civiles, miembros de Comités de Autodefensa y ciudadanos contribuyeron con este logro, incluso con sus vidas.
Hoy 29 años después, el gobierno comunista del ilegal e ilegítimo Castillo cumple con lo exigido por la fachada del terrorismo. Con diversos pretextos, el Penal de Máxima Seguridad de la Base Naval será cerrado para “preservar la vida” del asesino Guzmán y otros, tal como han reclamado en estos últimos 21 años (en que nada malo le ha ocurrido, al contrario, recibe servicios de salud, alimentación, protección y hasta venusterio para sus momentos de placer).
No podíamos esperar menos de un gobierno cuyas cabezas y ministros tienen vinculaciones con el terrorismo y sus fachadas, a los que reivindican y asolapadamente promueven.
Solo eso sería causal de vacancia de Castillo por Traición a la Patria. Los ingenuos, tibios y tontos útiles instalados en su curul no tienen más qué pensar. Creer que hay algo que ceder es de babosos. Un simple comunicado del Congreso contra esta medida no es suficiente.
El terror que provocó miles de vidas y dolor, por orden del miserable asesino de Guzmán no puede ser “premiado” con el relajamiento de la carcelería de los terroristas. Es más, los cabecillas debieron ser fusilados en 1992 y sus cuerpos lanzados al mar sin destino conocido como sucedió con el terrorista Bin Laden.
Los demócratas no podemos ser ni “bobos” ni ingenuos. El Congreso debe ponerse firme. ¡Basta ya!
¡Vacancia ya!
Imagen referencial el asesino Guzmán es trasladado a su prisión perpetua.