Cuando llega un camión que reparte regalos a un pueblo, todo el mundo sale corriendo tras él para agarrar el mejor, o cuando en una guerra se arrojan alimentos desde un helicóptero, las multitudes se lanzan y compiten como si fuera una “piñata”
En estas correrías gana el más fuerte y se queda sin nada el más débil. En una sociedad desorganizada y en crisis ocurre algo similar, los más avezados y violentos son los que se llevan las ganancias. Quienes no pudieron alcanzar algo se preparan para la próxima usando los mismos procedimientos.
Dentro de esta competitividad social, que se da a todos los niveles, aparecen las artimañas de los que buscan medrar, usando trampas y mentiras para conseguir lo que buscan.
Dentro de esta competencia brutal la única ambición es tener poder para poder tener más. Cuando se funciona con la filosofía que tiene como fin el tener y el poder, ya no importa el cómo. Todo vale.
La mentira y la trampa para ganar
Lo importante son las estrategias de la complicidad, una suerte de oferta y demanda tramposa, que consiste en encubrir relaciones de criminalidad y delito para obtener prebendas. Es conseguir sin mérito, y solo con la complicidad, lo que nunca se podría conseguir con la honradez y la legalidad.
Cuando se generalizan este tipo de relaciones en una sociedad, las ideologías solo están de adorno, se utilizan para hacer trampas. El mundo que se crea es de continuos conflictos, peleas para agarrar el mejor regalo de la “piñata”; no hay otros objetivos. La complicidad lleva a la repartija después de haber cogido el botín y si esta no ha sido justa las peleas continúan y se planean nuevos asaltos.
Del pecado de ignorancia el demonio saca ganancia
La ignorancia es el peor de los males. Nadie puede dar lo que no tiene. No se le pueden pedir peros al olmo. Son inútiles las peticiones. Al que no sabe sumar, no se le puede pedir que sume y mucho menos que multiplique.
El que quiere subir para medrar cumple su objetivo cuando obtiene de una manera tramposa, lo que buscaba. Allí acabó todo.
Hace unos años a una familia le enviaron por correo unas entradas para que todos vayan a la sesión inaugural de un famoso circo que había llegado a la ciudad. Todos se fueron felices al circo y dejaron la casa vacía. Cuando regresaron de la función les habían robado todo. Esas son las artimañas de los que se presentan con promesas de generosidad. Es como el queso de la trampa para los ratones.
A falta de cultura, exceso de ingenuidad. Hay que repetirlo hasta la saciedad: de lo malo no puede venir nada bueno. El mal hay que erradicarlo de inmediato. No se puede coquetear con el mal, siempre hace daño.