Hace varios meses se convocó como si fuera la plataforma de la esperanza, a un referéndum en el Perú, una votación compulsiva y obligatoria para decir en forma afirmativa o denegatoria, lo que nos exigían responder sobre cuatro preguntas que el gobierno –no el pueblo- había diseñado para lograr sus propósitos, no los del pueblo, no los de la gente, no los de la ciudadanía.
Por supuesto que el gobierno no camina sólo, porque hay acompañantes e intereses en el rumbo.
Veamos pues los rostros de la ciudadanía ahora, luego de los resultados y notaremos que una inmensa mayoría está absolutamente decepcionada de ese fiasco, de ese engaño llamado referéndum, porque nada se ha obtenido para la gente, todo el provecho ha sido para el gobierno y sus aliados.
En suma, intereses más intereses y el pueblo, perdiendo como siempre, por desinterés.
Más injusticias, más politiquería, más gritos roncos y atolondrados de un gobernante que no sabe cómo está allí para gobernar, más torpezas y corrupción, ese es el resultado así se maquillen encuestas y así se compren opiniones independientes para decir que todo se ha transformado positivamente gracias al gobierno.
El referéndum, el cuento, no ha servido de nada y para nada.