Las mujeres sabemos de economía familiar más que el propio e improvisado ministro que es alguien que no permite darle confianza, porque él solo nos trae problemas y nos hace sentir en una encrucijada donde no sabemos qué se viene, qué va a seguir en los precios de los alimentos y del gas por ejemplo.
Las mujeres somos sufrientes administradoras de nuestras carteras y monederos, para que nunca falte un sol para el pan o unos centavos más para completar la compra de un tomate, una cebolla, algunas especerías. Por eso, nuestros hijos aun grandes, siempre saben que pueden acudir al monedero de mamá.
Las mujeres no lloramos, soltamos gotas de dolor en silencio para no mostrarnos heridas, sólo con sufrimientos y preocupaciones hacia los demás. Cada lágrima es como regar las bendiciones que recibimos al conseguir que los chicos se vistan bien, aprendan más cosas, estudien tranquilos, vayan a jugar con sus amigos, crezcan abrazados de nuestro cariño.
En las regiones del Perú, las mujeres vivimos asombradas del abandono que tenemos de las autoridades, no sólo de las que se encuentran en Lima, sino de las que están aquí, en Huancayo por ejemplo, donde ni nos tomanen cuenta, ni nos consideran, ni saben que existimos, salvo para abusar de nosotras y agredirnos casi a diario.
Y lo mismo es en Apurímac, en Puno o Tacna, peor en Cajamarca y Huancavelica, allá ni existimos, pero los gobiernos regionales se las saben todas para hacer que aparezcan nuestros rostros en silencio, mientras ellos dicen que gastan en programas sociales y actividades que ya quisiéramos haber tenido algún día.
¿Saben quienes han recibido decenas de miles de millones de soles en presupuestos para educación ,salud, alimentación y educación, sin haberlos invertido como debió corresponder? ¿Saben quienes han recaudado miles de millones de soles y no los han convertido en buenos caminos, mejores hospitales, adecuadas escuelas, infraestructura mínima que ayude a impulsar a los más pobres y además, a darle también un impulso a los jóvenes para construir sus familias en mejores condiciones de vida? La respuesta tiene dos partes: la principal, los gobiernos regionales. La complementaria, las municipalidades.
Corrupción, robos, abusos, impunidad absoluta y del otro lado, del de aquí, más pobreza, más angustias, más lagrimas que se secan de cólera porque el odio nos las aplasta y la violencia nos ahorca a diario.
La maldición de los gobiernos regionales es la peor tragedia que nos ha tocado a las mujeres peruanas.
Fotografía referencial: mujeres lideran la protesta en Puno contra el gobierno regional