Muchos se preguntan cómo es posible que el desgobierno sea el que gobierne, cómo es posible que una recatafila de mediocres e ineptos estén dirigiendo los destinos de una nación que brillaba por su talento, sus culturas y poblaciones diversas que jamás pensaron hipotecarse al infortunio y la desgracia de gentes con una clarísima agenda extremista, llena de odio y violencia que se va hilvanando progresivamente, dañando a todos, perjudicando a todos.
Lo peor de todo es que sus representantes al congreso no tienen ningún caudal masivo de votos o respaldo popular, sino esa suerte de verse favorecidos con porcentajes minúsculos que les abren las puertas del aparato legal que van a destruir. Así es, se infiltran en el sistema, para corroerlo.
No podemos por tanto, dejar que las cosas pasen como si nada malo ocurriera, porque estaríamos entregando el país a una banda de terribles fascinerosos, de extremistas, de admiradores y seguidores del nefasto partido comunista sendero luminoso que ahora tiene varias caretas, varias cartas de la misma baraja, creando colectivos y agrupaciones que están unidas ideologicamente por el marxismo leninismo en su peor vertiente: el maoísmo.
Entonces, si alguien dice que “vamos hacia el chavismo”, es un error. El destino es Camboya, se trata de una falangue polpotiana (lean, estudien, revisen, pregunten y verán las coincidencias). No especulamos, repito, la historia enseña cómo se producen nuevamente los peores crímenes usando la política como arma de venganza.
¿Qué buscan estos comunistas vestidos de color rosa en el discurso oficial desde el gobierno y de color rojo intenso en las redes sociales cuando empuñan sus armas de odio? Buscan explosión, quieren retroceder a cero, recomenzar la educación, deformar la historia, establecer el culto a los camaradas como si fueran ángeles o santos de devociones.
Ni uno solo de esos “des-sesados” puede ser una respuesta la Peruanidad, ni uno de ellos es honor, valores, principos, lealtad a la nación que los acoge, por ello, hay que dar la pelea, y no es en el congreso solamente, es en las redes, en la familia, en la combi y la fila del mercado, frente a los que se dicen de derecha y alquilan sus empresas a la izquierda, al gobiernos asqueroso que domina la escena política nacional
La Libertad no es asunto de ideas, ni de partidos, es un tema de sentirse y quererese libres. Sino lo comprenden, sigan así. Si lo entienden, hay que rebelarse.