Conmovedoras quieren ser algunas agitadoras y agitadores –así les gusta en femenino y en masculino, aunque detestan los estereotipos-, porque se siguen lanzando en contra de la vida de los niños por nacer, negándoles todo derecho y toda posibilidad, mientras gastan dineros de extraña procedencia en una millonaria campaña por agraviar todo lo que signifique respeto, solidaridad, humanidad, amor, familia.
El recurso al no tener argumentos, es decir que miles de mujeres mueren por abortar, que la mujer tiene que decidir sobre su cuerpo, que la liberalización es ahora o nunca. Pero no se trata de que hagan lo que quieran con su cuerpo, sino que no hagan con el cuerpo de un niño lo que quieran, matarlo por ejemplo.
Porque de eso se trata, de matar a un niño por nacer. Eso es lo inaceptable, lo repudiable.
Mienten afirmando que miles de mujeres mueren por abortar en el Perú. Pero aún si eso fuera terriblemente cierto, y si la causa es el aborto, no deberían someterse a esa práctica de alto riesgo, evitando a la vez de su exposición a la muerte, el condenar la vida de un niño que aún no ha nacido.
Si la mujer que está gestando es libre de decidir sobre su cuerpo, que haga uso de su libertad sin dañar otra vida, pero que no se use como pretexto la libertad, para aniquilar a otro ser humano.
Reducir el debate a que si uno tiene una hija y ella sufre una violación, en ese caso qué decisión se tomaría, es rehuir el sentido de la humanidad al deseo insano que uno sufra un dolor inmerecido, para a partir de ese momento ver si se le convence de justificar un asesinato. Eso es lo que buscan los que están a favor del aborto, trastocar hechos y realidades para confundir.
Finalmente, la vida no se interrumpe, se acaba, se mutila, se finaliza con el aborto. Y si se trata de interrumpir algo que daña, hay que interrumpir los asesinatos y luchar por la vida de todos, en especial de los niños por nacer.