Expreso ha comenzado la titánica obra de publicar el coleccionable “Sin perdón, ni olvido” sobre la auténtica historia del terrorismo en el Perú 1980 – 2000.
Con esto contribuye a aclarar uno de los periodos más nefastos de nuestra vida republicana, y a advertir del peligro que implica la sobrevivencia de las bandas criminales Sendero Luminoso y MRTA, infiltradas directamente en el gobierno de Pedro Castillo.
El esclarecimiento es clave. Por una parte, no se han cultivado la historia y el testimonio oral. Así, la sociedad peruana ha ido relegando en la memoria el fenómeno terrible de lo que fue el terrorismo; en consecuencia y quizá por una necesidad psicológica de superar los traumas de la violencia genocida, la generación de los jóvenes actuales -sobre todo los millennials- no fueron mayormente enseñados por sus padres sobre la naturaleza y vesania de los crímenes de quienes pretendieron instaurar aquí el comunismo radical siguiendo el modelo maoísta.
Por otra parte, el Estado mismo incumplió con su misión educadora debido a la perversión de los sucesivos gobiernos a partir del año 2000, cuando bajo el régimen de transición presidido por Valentín Paniagua se tranzó con los cabecillas de Sendero Luminoso un “acuerdo de paz” inspirado por felones que -entre otras barbaridades- revisaron las sentencias de los terroristas para hacerlas más benignas so pretexto de una deformada defensa de los derechos humanos.
Esos mismos traidores se inventaron una aberrante “justicia transicional” que puso las bases para una interpretación flexible y lata de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por los subversivos.
El extremo fue la creación de una CVR sesgada, que produjo un Informe Final según el cual no se incide en el terrorismo como fenómeno criminal, sino que se postula un maniqueo “conflicto armado interno” según el cual la responsabilidad por la barbarie es igual entre los terroristas, la policía y las fuerzas armadas.
Hoy, el negacionismo histórico y el relativismo pretenden imponerse para que se pase la página y se olvide la historia, como si los miles de peruanos muertos no importaran.
Y a partir de esa impudicia inaceptable, los filosenderistas y emerretistas se están infiltrando en el gobierno de Castillo predicando la falaz necesidad de un cambio constitucional, en el cual el terrorismo sería solo parte de un episodio menor de la peruanidad.
Frente a eso “Sin Perdón, ni olvido” se convierte en una obra fundamental de consulta obligatoria para los peruanos.