Indignado, dolido por lo que observo en las calles y plazas de Venezuela, pero sobretodo molesto por la activa “solidaridad” con el régimen -que varios presidentes de América Latina le brindan al dictador Nicolás Maduro y a su tropa de operadores en el gobierno de esa sufrida nación-, leo los nombres de cada una de las víctimas, la gran mayoría estudiantes universitarios y trabajadores muy jóvenes, que salieron a las calles para luchar por la libertad y recibieron del chavismo sólo balas y muerte. Esos nombres, de cientos, de miles, no se olvidan, porque están en los rostros de los millones de venezolanos que han escapado del comunismo, porque se ven en sus ojos llorosos y en la nostalgia de sus voces.
Repitamos lo comprobado: El foro comunista de Sao Paulo, la Bachelet, Castillo, Lula, Evo Morales, Daniel Ortega, Cristina de Kirchner, Rafael Correa, AMLO y otro grupo de cómplices de algunos países del Caribe –hipotecados por el petróleo, el dinero en sus campañas y la misma ideología- así estén o no en el poder hoy en día, protegen de una forma u otra al dictador y sus crímenes. Eso es innegable y a la vez, inaceptable.
Gracias a las redes sociales podemos constatar cómo la guardia nacional bolivariana y el servicio de inteligencia son acompañados por milicias fuertemente armadas que hacen el reglaje hacia la oposición y que además, entran a las viviendas, sobretodo en las madrugadas, para fabricar culpables, para sembrar falsas pruebas o para eliminar posibles líderes en cada barrio.
Gracias al valiente trabajo de algunos periodistas –nacionales y extranjeros- que arriesgan sus vidas en Venezuela todos los días, compartimos fotos, testimonios y lágrimas en cada noticia, como cuando decenas de jóvenes fueron extraídos de sus aulas en la universidad central, en Caracas, para ser esposados, golpeados, torturados, humillados y apiñados en camiones frigoríficos sin ventilación, a los que antes de cerrarles las puertas metálicas les lanzaron bombas lacrimógenas. Eso es lo que hacen a diario los chavistas contra los jóvenes principalmente, pero a otros jóvenes fuera de Venezuela, les lavan el cerebro, contando historias al revés.
Pero ni las balas, ni los abusos detienen a un pueblo valiente y a los patriotas que resisten en las calles de Venezuela. Por eso, en la hora presente, todos nosotros, los que creemos y defendemos la Libertad, estamos obligados a intensificar nuestro apoyo al pueblo venezolano, viralizando todos los días las noticias, hablando con nuestros colegas de trabajo, escuela y universidad, explicando a nuestros familiares y vecinos que eso que pasa allá, lo podemos también vivir aquí y que ahora es tiempo de actuar con mayor fuerza porque Castillo, Cerrón, Bellido y secuaces, son peor que Maduro.
Lo que el comunismo le está haciendo a todo un país, tiene que ser denunciado a diario. Y en especial, todos deben saber que quien dirige esa masacre en Venezuela se llama Nicolás Maduro, que tiene socios políticos en partidos en nuestro país, en el gobierno, en el congreso, en medios de comunicación, en ongs y colectivos extremistas que están ahogando las libertades, expandiendo la subversión y consolidando el avance del comunismo.
Mañana será tarde para despertar, Venezuela yace desfalleciente, el Perú sigue en la lista.