No entiendo a este gobierno ni a los que lo apoyan incondicionalmente desde los medios de comunicación y las clásicas ONG que han hecho retroceder al país los últimos cuarenta años, porque en los hechos más notorios de corrupción, ante las evidencias concretas de impunidad, se desviven por defender a ciertas personas, a determinadas empresas que como gestoras del delito, están involucradas en esos temas que todos los peruanos rechazamos, pero se muestran –esos cómplices- como ángeles de la vida y defensores del Estado de Derecho, increíble.
Odebrecht es la principal pieza del ajedrez que nadie debe tocar, nadie. Si alguien se inmiscuye un centímetro, se le debe fumigar de inmediato. El gobierno anterior y su pieza previa (Toledo-Humala y PPK, Vizcarra y Sagasti, un solo clan, un solo gremio) -pensamos- para eso armó una red de defensa donde incluyen periodistas, comunicadores, medios y grupos de interés en las redes sociales y en la oscura zona de “relaciones institucionales” que manejan con almuerzos, viajes, regalos, premios y placeres escondidos. Sobres bajo la mesa les dicen.
Odebrecht no ha muerto, estaba durmiendo su voz para agitar sus brazos y aumentar sus acciones: Inversión en partidos políticos sobretodo de izquierda, inversión en el Foro de Sao Paulo, inversión en movimientos de agitación ciudadana contra las democracias, inversión en oportunidades para agentes del desorden social, inversión en plataformas de manipulación mediática, inversión en el dominio de los procesos electorales…
Todo el que obstaculice un centavo de Odebrecht y sus aliados peruanos, a la horca, que le busquen lo que sea, que hurguen en su pasado y en su futuro también, que lo persiga quien sea, pero acaben con él, con ella.
Mientras tanto, los alquilados y las alquiladas por supuesto, maquillaje un día, lágrimas de iras de moda otro día, estarán golpeando o apareciendo como ilustres expertas en moral y leyes para dejar sin piso a los que buscan la verdad, la honradez, la transparencia.
Lo que no se dan cuenta estos editorialistas de la corrupción y las minifalderas de la obsesión caviar, es que los peruanos no somos tontos, sabemos lo que está pasando, estamos germinando la protesta social más fuerte que jamás pensaron. Sí, una protesta que ya va saliendo de las redes y que les tortura saber cómo vendrá, por dónde vendrá. No se trata solo de una marchas eventuales, no se trata solo de algunas protestas, sino de la construcción ciudadana de un bloque popular emergente, sostenible en el tiempo, preparado para vencer al comunismo.
Finalmente, un mensaje que va de la mano…
“yo creo que la pena de muerte es necesaria para varios delitos, pero sobre todo, para la corrupción y la impunidad, incluyendo la complicidad en ambos casos. Entonces, cuando la democracia se reconstruya en plenitud, no olvidemos el destino de los comunistas y sus aliados que están destruyendo al país”
Fotografía referencial, cortesía NTN24