De acuerdo con el periódico, uno de los ataques más emblemáticos fue el realizado contra la iglesia de San Sulpicio, incendiada el pasado domingo 17. Después de la Celebración Eucarística del mediodía, el sacerdote de esta parroquia vio un individuo colocando fuego en maderas alrededor del templo.
El fuego alcanzó las grandes puertas de madera del templo y se esparció a los vitrales y a una escalera. La policía todavía está en busca del autor del incendio. Los costos para restaurar el templo son estimados en centenas de millones de euros.
Otro ataque fue registrado en la iglesia de Notre-Dame des Enfants (Nuestra Señora de los Niños) localizada en la ciudad de Nimes, donde vándalos profanaron el templo pintando una cruz utilizando excrementos humanos, saquearon el altar principal y el sagrario, robando las hostias consagradas, que más tarde fueron encontradas en el basurero.
En la ciudad de Dijon, la iglesia de Notre-Dame fue saqueada y profanada. El tabernáculo del templo fue roto y las hostias que estaban dentro de él fueron lanzadas al piso y pisoteadas.
En Lavaur, una iglesia fue asaltada por jóvenes aparentemente embriagados. El brazo de un Cristo crucificado fue torcido con la intención de parecer que hacía un gesto obsceno.
En la periferia de París también fueron realizados ataques a diversas iglesias importantes, que sufrieron con el vandalismo.
La sincronía de los ataques y los mismos blancos religiosos, evidencian una orquestación bien tramada.
Todo lleva a creer que ese inicio sistemático de actos -mezcla de vandalismo y profanación- contra la Iglesia Católica sea una demostración de ataques con objetivos predeterminados. (EPC)