Un país diferente en Latinoamérica, no existe. El drama lo tenemos todos por igual. Las izquierdas, autodenominadas ahora como Frente Amplio -fraude amplio- en distintas coordenadas como el Perú, Chile, Uruguay, Costa Rica por ejemplo, son una mezcla de incompetencia y atrevimiento por el suicidio colectivo.
En un principio se llamaban abiertamente comunistas, luego socialistas, progresistas, unidad popular, pueblo en marcha y decenas de otras denominaciones, casi como esos detergentes que siendo lo mismo, te dicen cada invierno en su nuevo envase, que tienen ahora puntitos rojitos, mayor espectro o que barren con todo.
Igual en las izquierdas, no son banderas rojas asustando, sino puntitos rojitos que barren con todo lo que es iniciativa de las personas, propiedad privada, libertad de contratación, ahorro individual, derechos, respeto y país.
Cuando pierden una elección, para ir entrando al tema, se oponen a lo que piensa hacer el triunfador. Si nombran a un experto en temas laborales como ministro de trabajo, está mal. Si María asume como ministra de la mujer, siendo ella tenaz defensora de la vida y la familia, también está mal. Para los rojos, los caviares o champán, el ministro de trabajo debería ser un experto en huelgas, bloqueos de calles y lanzamiento de bombas molotov.
Para los comunistas, progres o socialistas reciclados, la ministra de la mujer debería ser algo así como una promotora del divorcio, el aborto y cuanta destrucción de valores se pueda imaginar una feminista recalcitrante. No se trata –para ellos- de elegir buenas personas y buenos profesionales, que los hay y muchos, sino a quienes puedan crear conflicto y división social.
Cuando ganan una elección, que ya hemos sido tolerantes en esos resultados, llenan el Estado de familiares y camaradas de un nivel tan pobre de conocimientos y capacidades, que la planilla multiplicada de burócratas revienta cualquier presupuesto. Entonces, viene el aumento de impuestos que al final lo paga en mayor porcentaje, el jamón del sándwich, la clase media.
Si el gobierno no es de izquierda, la maquinaria de la violencia en las calles se activa por generación espontánea en la mente frenteamplista, mientras en las áreas rurales se sueltan petardos e invasiones para provocar el retroceso en la producción privada que se ubique en zonas de difícil geografía, un teatro de operaciones proclive a la guerrilla, al terrorismo.
Cuando pierden una elección los rojos, es la guerra su actitud y su comportamiento, porque no les interesa la patria, sino su bolsillo y nuestro fin.