Al hablarse de la Clase Media, no podemos encerrar nuestra perspectiva a la ciudad de Lima, porque el concepto aspiracional de pertenencia e identidad, existe en la mente de millones de personas que no se consideran pobres, así como tampoco se sienten privilegiadas por la riqueza, hablamos entonces de una nación completa.
En consecuencia, paralelo a todo el proceso de urbanización en las ciudades, lo cierto es que se gestaba en el tiempo, durante muchos años en cada ciudadano, un sentimiento de protesta sobre las barreras que siempre han impedido o limitado su desarrollo como persona y el progreso de su propia familia. De esta discusión constante, fueron naciendo los mejores diagnósticos y evaluaciones, así como las únicas respuestas a tanto problema aspiracional.
Los ejes centrales se dirigen a saber dónde pierde una persona o su familia, algo que le va a servir para crecer o por lo menos, para continuar sobreviviendo en una nación a pronto de estallar por varios escapes: el provocado por organizaciones políticas extremistas (Sendero Luminoso, MRTA, Patria Roja, Movadef, Conare) el protegido por grupos de poder sindical bajo fachadas democráticas (SUTEP, CGTP) el imaginado por sectores de una izquierda también llamada caviar, que sigue soñando con los inicios de la revolución cubana como un eterno proyecto personal; el de los grupos autodenominados nacionalistas y etno caceristas desesperados por usar el resentimiento social como arma electoral; el que dejan construir los partidos políticos de “nombre” y sin organización y el peor de todos los escenarios, el de la sociedad civil sin participación efectiva. Los invito a buscar respuestas de cómo se dan estos procesos y cómo se activan desde la perspectiva política sin que sintamos el efecto hasta verlo avasallar nuestros derechos y nuestra Libertad.
Es en los numerosos y elevados impuestos que comienza una de estas respuestas, sin necesidad de terminar en ella, porque el conflicto de interpretaciones abarca necesariamente otros aspectos más complejos aún, como el educativo y su trascendencia en el cambio social. Una penosa consecuencia –repetimos- de los numerosos y elevados impuestos, es que todos los trabajadores están condenados al silencio, frente a la expropiación de los salarios y el olvido de quienes dicen representarlos como dirigentes o congresistas.
Cada mes se “reducen” sueldos por Impuesto a la Renta (en la condición de quinta y cuarta categoría), y a ello debemos sumar el pago por Seguridad Social, Sistema de Pensiones –privado o estatal-, así como “impuestos” que no revierten en nuestro favor, sino que son expresiones de “solidaridad” que el Estado nos obliga a entregar, sin haber consultado nuestra opinión.
Estas expropiaciones –obligaciones compulsivas y forzadas que tienen castigo si no se cancelan oportunamente- pueden incluso ser cargadas con moras, intereses y sobrecostos de administración tributaria, con muchos mayores perjuicios que la obtención de un préstamo y la rebeldía para dejar de pagar. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos frente a esta abierta transgresión de nuestros derechos, a esta expropiación compulsiva que nunca se detiene?
¿Qué deuda adquirida tiene la Clase Media con el Estado para subvencionar a otras personas, empresas y autoridades, si no se recibe información y una adecuada compensación por el gasto de la tributación?
¿Acaso no resulta justificado un pago a cambio de un servicio o producto que uno realiza a conciencia?
¿Es incómodo decirlo? ¿Es “políticamente incorrecto”?
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que nos expropia el Estado cada vez que hacemos una operación bancaria, cobramos nuestro salario, realizamos un viaje, administramos nuestra propiedad (sea vivienda o vehículo) o simplemente, vivimos en un país que no nos responde con servicios, seguridad, transparencia en la gestión y administración de estos tributos o sobre los gastos e inversiones realizados en nuestro nombre.
Lo mismo pasa con las empresas, al tener que pagar innumerables y elevados impuestos, que afectan nuestros ingresos, las utilidades de la propia empresa y los trabajadores, el costo final que paga el cliente (usuario o comprador) y toda la cadena de intermediarios que se encuentra entre unos y otros. Pagamos un exceso de producción que también se lo lleva el Estado.
Ningún contribuyente recibe nada desde el Estado que compense estos pagos, ya que la delincuencia, corrupción, burocracia, gastos innecesarios y superfluos, entre otras pérdidas de inversión aumentan y los impuestos también, en su número y montos, incluyendo el costo del procesamiento del pago de cada uno de ellos y su mala administración y destino final. Los pagos de los trabajadores para este inmenso y excesivo aparato estatal no se detienen y contradictoriamente, el crecimiento de ese Estado sobredimensionado y violento tampoco.
Esto quiere decir que mientras más se trabaja para llevar más tranquilidad al hogar, convertida en mejor educación y acceso a buenas escuelas, mejores clínicas y médicos especializados, infraestructura y servicios básicos de calidad, seguridad integral y libertad para invertir y crear algún negocio o empresa, todo esto además con una proyección social en beneficio de los sectores menos promovidos y exigidos a crecer, el Estado nos limita a perder cada día nuestros derechos y posibilidades de hacer con nuestro dinero, un mejor medio para vivir con mayor tranquilidad y sobretodo Libertad.
Dicho en palabras más sencillas: pagamos a cambio de nada y siendo ese pago también un medio de apoyo integral (educación, salud, seguridad, pensiones, infraestructura) a niveles socio económico que necesitan ayuda, esa solidaridad no se evidencia.
Si el Estado nos cuesta tanto dinero y nada recibimos a cambio ¿no sería mejor evaluar en qué está fallando, cómo redefinimos su rol y responsabilidades? ¿No sería prudente analizar cómo aseguramos su rentabilidad y sobretodo, cómo supervisamos mejor a un Estado que se desborda sobre nuestras vidas? ¿Cuál es la opción que manejamos para hacernos respetar y escuchar en una sociedad que detiene su progreso, destruyendo la paridad democrática de los derechos humanos?
¿Qué necesitamos para cambiar la terrible situación de la Clase Media Peruana que sigue siendo el blanco preferido de todos los gobiernos, con la finalidad de seguir quitándole más dinero, hasta condenarlos a vivir en condición de nuevos pobres o de ex compatriotas, porque tienen que huir de su nación para sobrevivir?