La inestabilidad política, económica, social, laboral y sobretodo institucional, en un país donde las instituciones son como un buque en permanente sensación de naufragio a causa de la tripulación que perfora sus paredes para que entre agua y se hunda, mientras otros sacan el agua gota a gota -ni siquiera con un balde-, ejemplifica perfectamente el drama del Perú, un gran país que teniendo todo para ser líder y potencia en lo que desee (minería, agricultura, turismo, deportes, cultura, educación, familia, emprendimientos, etc) es solamente, como producto de pésimos gobiernos y pésimos políticos, una caricatura de cualquier pesadilla.
Pero unido a ello, que no es la foto del momento, sino la película de la realidad, este drama y castigo se sostiene con una suma de prensa de alquiler y periodistas de sumisión, que a cambio de favores, asesorías, contratos, publicidad, auspicios, almuerzos, becas y viajes, son capaces de pisar la Bandera nacional sin importales nada más que su quincena y el siguiente cheque.
¿Es posible en tan degradante escenario romper la tradición del caos, la costumbre del conflicto y la secuencia del enfrentamiento constante? ¿Es posible tener estabilidad en medio de una tormenta permanente provocada por los propios tripulantes de una nave que se obliga estar al garete? ¿Es creíble que la estupidez aumente y se haga Ley? En el Perú, lo imposible ocurre cuando es para hacer daño.
Entonces, hay que responder, hay que levantar la mirada, darle fuerza y eco a nuestras voces, golpear fuerte y golpear seguido para que la Libertad y la Democracia no sean una caricatura y un escupitajo que cualquier imbécil puede lanzar como si eso, el asco, el odio, el resentimiento, fueran respuestas siendo ofensas.
Decir las cosas como son y no como quieren que se trastoquen es una tarea vigente, urgente, actual, necesaria. Por eso, es insostenible que los grupos politicos marxistas-leninistas que gobiernan se vistan de moralidad siendo inmorales y encima, estén en el poder. Hay que sacarlos con la fuerza de la Constitución y con la fuerza de las expresiones populares que conjugan calle, protesta, trabajo y toda forma de sentimiento.
Vacar a un corrupto es correcto, no es un juego, pero se ha convertido en una casualidad permanente, ya que los últimos presidentes han sido políticos de una catadura moral vergonzosa cuyo destino final es, debe ser, tiene que ser su inhabilitación y procesamiento ante el poder judicial para que el Pueblo sienta que la Justicia existe.
#VacanciaYa
Fotografía referencial: Castillo y Cerrón, la alianza extremista que logró ganar las elecciones