Los guatemaltecos -y todos los latinoamericanos en realidad-, hablamos a diario sobre la corrupción pero tenemos una memoria corta. En Quiché, las Verapaces, Izabal, Zacapa, Jalapa, Jutiapa, Santa Rosa, Escuintla, se escucha gente alabando a los que encarnan la corrupción que ellos mismos critican. Para ejemplificar con hechos me enfocaré en un ejemplo muy visible: Alfonso Portillo.
Portillo en Twitter tiene más de 32 mil seguidores, en Facebook 168,495. De los cuales muchísimos protestan a diario por la corrupción. Entonces, o son amnésicos, o protestan la corrupción selectiva.
Todos esos seguidores aplauden que el 23 de agosto de 1982 matara a dos hombres en Zumpango del Río, México. Dijo Portillo que estaba trasladando a un amigo herido (o sea, en otra balacera o algo así) y que le bloquearon el paso. Acusó a la derecha del Estado de Guerrero de emboscarlo porque él aspiraba a ser Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Guerrero. Se negó a presentarse a los tribunales para esclarecer sus acciones y le parece magnífico y justificado ser prófugo. Ah, pero ahora se rasga las vestiduras en contra del crimen organizado.
Alfonso Portillo militó en el Ejercito Gerrillero de los Pobres, EGP, brazo armado del movimiento terrorista que causó la guerra de 36 años en Guatemala. No es ningún angelito, ni es Robin Hood ni nada por el estilo.
Dice ser del pueblo, pero se comporta y tiene gustos de multimillonario. Hasta el sol de hoy nuestros impuestos pagan los jugosos sueldos de sus varios guardaespaldas que por cierto, son todos ex combatientes del terrorista EGP, a través de la SAAS. O sea que Portillo es un híbrido entre Thelma Aldana y Thelma Cabrera. Habla como Cabrera pero vive como Aldana.
Mansión que el entonces presidente Alfonso Portillo construyó en 2003 en Santa Cruz Río Hondo, Zacapa. (Foto: Hemeroteca PL)
El 9 de agosto del 2000 Alfonso Portillo “reconoció” o yo diría adjudicó responsabilidad institucional en el caso de la supuesta desaparición del muerto vivo en el caso Molina Theissen. Es decir, gracias a él hay gente fallecida por ese caso basado en una gran mentira, hay gente humilde, soldados que ni tienen con qué pagar, no digamos militares de alto rango que tampoco tienen dinero, como el Coronel Gordillo, pagando injustamente. Gracias a Portillo que se pudrirá en el infierno eternamente junto a Helen Mack y demás ratas están pagando inocentes cuando el mentado muerto está vivo y se niegan a hacer la prueba de ADN que exige la Licda Karen Fischer porque aniquilaría el caso y Portillo podría ser demandado por difamación, daños y perjuicios etc. por las verdaderas víctimas que son los soldados y oficiales presos.
Si usted aplaude a Portillo, también aplaude que, cómo dice la difunta cicig (para que no digan que cito una fuente del “pacto de corruptos) “del juicio contra el ex presidente Alfonso Portillo y dos de sus ex ministros, el perito que dictaminó acerca de la ruta de los dineros y desvío de los mismos dentro del Ministerio de la Defensa, demostró la sustracción de Q120 millones procedentes de la modificación presupuestaria 16-2001.” Es decir, el señor Portillo y dos de sus ministros le robaron a Guatemala Q120 millones. Ah, pero para los que lo aplauden, eso no es corrupción.
https://www.cicig.org/casos/caso-expresidente-alfonzo-portillo/
Lo más curioso es que su mano derecha durante la Presidencia, el mega guerrillero terrorista Edgar Gutiérrez, que junto a Helen Mack dirigen a la izquierda Gucci. La responsabilidad es individual, y sin duda, Gutiérrez fue más hábil que Portillo para protegerse.
El 22 de mayo del 2014 Alfonso Portillo, ex Presidente de Guatemala, fue el primer Presidente de Guatemala en ser juzgado, encontrado culpable y sentenciado a prisión por lavado de dinero en una corte de los Estados Unidos, por recibir sobornos del Gobierno de Taiwán. Ese es otro caso distinto al de los Q120 millones. Dice ser de origen humilde pero usa Rolex, se hospeda en hoteles de 5 estrellas, le encanta el Tignanello (uno de los vinos más caros de Italia) y lo exigió cuando fue a Washington en visita oficial.
Vengamos ahora al 2021. Portillo, cuando sale a hacer campaña con su nuevo partido, Bienestar Nacional (Bien), dice que ha logrado “juntar a los mejores hombres y mujeres, que no tienen dueño, no tienen quien los financíe y quien lo calle”.
¿De qué vive Portillo? Todos sabemos que los mítines políticos no se hacen con cáscaras de huevo. Son caros. Los partidos políticos necesitan financiamiento. El dueño del partido Bien es él, a menos que tenga otros intereses detrás. El financiamiento viene de él o de los que están detrás. Lo único que es indiscutible es que no tiene quien lo calle porque como es libre otra vez, puede hablar. Creerle, es problema de la gente que le cree. Pollo Ronco es pico de oro, sin lugar a dudas. Tiene carisma, y sabe darle atol con el dedo a las masas.
El 27 de febrero de 2015 Jorge Palmieri escribió que Portillo había declarado en la conferencia de prensa a su regreso que no le interesaba ningún puesto de elección pública, pero mintió porque lo primero que hizo fue tratar de postularse a diputado. Luego dijo que no descartaba participar. ¿Ambiguo? ¿Contradictorio? Yo diría, político.
Luego dijo “regreso al país con una política de manos abiertas, no traigo odios, ni resentimientos, ni sed de venganza”, dijo Portillo en su alocución, y agregó: “Tenemos que hablar con todos, incluso con los que nos hemos hecho daño, sentarnos, no importa que nos caiga mal o bien, sentarnos para ver qué podemos hacer por el país”. Es decir, el ladrón es él. Quién lavó dinero es él. Ah, pero ¿se cree en capacidad de albergar odios, resentimientos o venganzas que noblemente descarta?” Y el pueblo aplaude como focas. Y su ex esposa, Evelyn Morataya, ¿de qué vive? Obvio la transformó y entrenó muy bien.
Por qué escribo sobre este señor. Sencillo. La gente habla todos los días de combatir la corrupción, que lo peor es la corrupción, que es la raíz de todos los males. Pero aplauden a quienes la encarnan, los tratan como estrellas de cine, les creen las mentiras obvias que les dicen en su cara y luego votan por ellos.
Mientras quienes cometen crímenes sean premiados, por más que digamos lo que digamos, Guatemala no va a cambiar. Pero el cambio empieza con usar la cabeza y no caer de tontos con encantadores de serpientes con pico de oro.
Nota de redacción: Betty Marroquín publicó el presente artículo originalmente en El Siglo, Guatemala