No existen secretos cuando la izquierda gobierna un país que aún respira por algunos momentos en la esperanza de recuperar la Democracia y la Libertad en toda su escencia y amplitud. No existen secretos cuando todos saben cómo se construye un gobierno que mira hacia sus bolsillos y favores, reemplazando la honestidad y la transparencia, por la corrupción y la impunidad cultivadas en especial, en escondites de las sombras de la noche.
Esa letanía de algunos periodistas, políticos y empresarios de repetir tontamente “pero antes también se robaba”, es la frase más hiriente a la integridad y los valores de quienes no son parte de ese pasado, de ese presente ni del probable futuro si permitimos que siga haciéndose costumbre tanto delito, tanta podredumbre, tanta izquierda encaramada en el poder.
Es hoy y es ahora que permitimos tanta afrenta, es hoy y es ahora que toleramos incomprensiblemente que nos estén mintiendo a diario, destruyendo la imagen del país, sembrando dudas sobre nuestra integridad territorial, hundiendo la economía familiar y haciendo del silencio ciudadano, un objetivo de control político perfectamente operado desde el gobierno, en alianza con medios de comunicación provistos de una larguísima cuenta por facturar, como es costumbre y de la que nadie se sonroja.
Queremos que alguien haga algo, pero nosotros no hacemos nada. Queremos apoyar a alguien que tome el liderazgo y no nos damos cuenta que cada ciudadano debe comenzar por ser un líder en su casa, con su familia, en el trabajo, en el barrio y con los amigos del fulbito y del fulvaso… ¿Y porqué no? Porque como “todavía” tienes trabajo, como “todavía” estás bien, o porque como todavía las mentiras y las excusas te permiten ser socialmente aceptado, pasas de largo, miras de costado y te quedas en silencio, un silencio cobarde, un silencio cómplice. ¿Te duele que lo diga?… Que te duela.
Una nación, una familia, cada persona necesita a diario cuidarse del viento, de la lluvia, del sol. Todo tiene su momento y su tiempo, pero el vivir permanentemente en medio de la tormenta de la insensatez que conducen las izquierdas en el poder, es intolerable, inaceptable, injustificable… pero lo permitimos, como si no pudiéramos guarecernos ante la lluvia, cubrirnos frente al viento o cobijarnos bajo la sombra de un árbol ante el sol. ¿Entienden?
Pasarán más escándalos y al ser tantos, ni cuenta nos daremos porque la costumbre es que eso sea lo natural, lo común: un imbécil que gobierna, el reino de lo absurdo, el imperio la estupidez, el aire de la izquierda. Y entonces seremos más permisivos, más tolerantes y aburridos, siempre sentados sobre nuestra extendida miseria y miedo de participar para revertir todo esto que nos agobia y no aceptamos decirlo.
Pero a pesar de ello, a pesar de encontrarnos-algunos-, abrumados por los delitos de los que gobiernan, nos resistimos –algunos-, a seguir viendo pasar la destrucción del país, “porque mientas un alma exista, el corazón de la Patria nunca fallecerá”.
Imagen referencia: Niños en edad escolar, sin apoyo del Estado para clases virtuales, suben a un cerro a captar señal en un celular, para tratar de estudiar.