Las calles se están calentando, pero no por el calor del verano, sino por la ardiente cólera que inspira este gobierno comunista que sigue destruyendo al país, como lo mencionan mis colegas cada día. Y es que las izquierdas no solo se dedicaron a llenar el Estado de parásitos y burócratas improductivos, sino que usaron estos seis meses iniciales de gobierno para ordenar compras irregulares, favorecer contratos desprovistos de legalidad y armar licitaciones a su gusto, como en las mejores épocas de Odebrecht, la mamadera de las izquierdas.
Castillo y sus secuaces son predecibles, los hemos señalado, los hemos traducido, pero los ingenuos de los “demócratas” se siguen chupando los dedos de la mano, creyendo que es un “cholito buena gente”, que es humilde y tonto, que no es malo en el fondo. Ingenuidad y torpeza pensar eso.
Castillo es un sindicalista extremista que tiene un grupo de poder con el que ejerce su estrategia de copamiento y avasallamiento, en esa estrategia no duda en unirse con quien sea, ya que mercantilistas abundan y traidores sobran. Sino ¿De dónde creen que sacó a sus tres jefes de gabinete? Del partido comunista Perú Libre, del también comunista Frente Amplio y ahora llamado Nuevo Perú (de Verónika Mendoza) y de la bancada Somos Perú – Partido Morado, los que le dieron el premierato con Sagasti a la despedida primer ministro que reemplaza un vulgar y cobarde acusado de agresiones.
El panorama es el mismo, la izquierda en el poder, la izquierda peleando por el poder, la izquierda desmantelando al Perú.
Y de eso, los medios alquilados al poder se callan, lo esconden, incentivan el odio y la violencia contra las voces opositoras, pero seguimos dando la pelea.
Hoy en día, en que todos sabemos que el problema es Castillo, un sector de las izquierdas lo reconoce, pero no como problema para el país, sino como estorbo para sus intereses de grupo dentro del gobierno. Y entonces, vuelven a clamar que hay que salir a las calles, cuando no lo hicieron en similares o peores problemas que su gobierno generó.
Esa hipocresía caviar, negligencia progre y cobardía marxista se pone de manifiesto de forma creciente y hay que rechazarla, en las calles, en plazas y todo centro de expresión popular con una sola bandera, la del Perú.
Imagen referencial, Castillo cuando en una marcha protagonizó una supuesta caída