De acuerdo a Janwillem Bouma (1) , Países Bajos, que se encuentra en el 2° lugar del Global Pension Index 2021, tiene un sistema que se compone de un pilar no contributivo financiado con impuestos generales; un pilar contributivo donde coexisten un sistema de reparto y un sistema ocupacional colectivo de capitalización que cubre al 92% de la fuerza de trabajo (administrado por fondos de pensiones y aseguradoras); y un pilar de ahorro voluntario.
Dentro del sistema ocupacional de capitalización, el 95% de los esquemas son de beneficios definidos (BD), mientras que el 5% son de contribuciones definidas (CD).
Como resultado de este sistema multipilar, con un fuerte componente de capitalización (con una tasa de cotización efectiva promedio del orden del 25,1% (2), los Países Bajos tienen una tasa de reemplazo elevada: 69,7% del salario promedio de la vida laboral, para un trabajador que gana el salario promedio, conforme a la OCDE.
El sistema de Países Bajos ha demostrado una capacidad para hacer frente a las crisis en los tiempos más difíciles. Esto se debía en parte a la combinación de financiamiento con capitalización y reparto. En épocas de recesión económica, la pensión del sistema de reparto ha proporcionado un monto básico estable, mientras que las pensiones financiadas con capitalización han sido capaces de hacer frente al envejecimiento de la población. Además, el sistema de reparto consta de una pensión mínima de tipo asistencial, que actúa como red de seguridad (pilar no contributivo), que ayuda a asegurar que ningún jubilado viva en situación de pobreza.
No obstante, como resultado de las menores tasas de interés y una esperanza de vida mayor a la proyectada, muchos fondos de pensiones en el sistema ocupacional de capitalización individual comenzaron a tener dificultades para cumplir sus compromisos de pensión garantizada para con sus trabajadores en los planes de BD.
Así, muchas veces las pensiones no han sido actualizadas contra la inflación e incluso han sido reducidas cuando la situación financiera del fondo lo requería. Esto ha llevado a la erosión de la confianza del público en el sistema, e hizo que, durante los últimos 10 años, los interlocutores sociales y gobiernos negociaran una profunda reforma al sistema de pensiones ocupacional. Dicha reforma debiera ser tramitada durante 2022, con una ley prevista a partir de 2022 (antes de finalizar el año), para comenzar a operar desde 2027.
La reforma establece que, para las nuevas acumulaciones de derechos de pensión, se pasará a un nuevo sistema que se basa exclusivamente en CD colectiva, y que contiene elementos de solidaridad. Con la reforma, entre otros aspectos, se esperan mejores retornos de pensión, pero ya no habrá un resultado garantizado al momento de la jubilación. Conforme a Fredrik Palm (3) , el sistema de pensiones de Suecia, que se encuentra en el 8° lugar del Global Pension Index 2021, cubre a todas las personas que hayan trabajado o vivido en el país y consiste en una pensión basada en un sistema de reparto con cuentas nocionales (donde se aporta el 16% del ingreso bruto anual); una pensión basada en aportes a un sistema privado de CD (donde se aporta el 2,5% del ingreso bruto anual); y una pensión mínima garantizada, financiada con impuestos generales y sujeta a verificación de ingresos (pilar no contributivo).
Por sobre esto, la mayoría de los trabajadores están cubiertos por planes de pensiones ocupacionales (95% por ciento del mercado de trabajo está cubierto por estos planes, donde en promedio se aporta el 4,5% del ingreso anual). Esto implica que cerca de un 30% de las contribuciones totales al sistema son capitalizadas y 70% corresponden al sistema de reparto. Además, el sistema de reparto nocional sueco debe estar equilibrado, con activos de cotizaciones iguales o superiores a los pasivos por pensiones. Cuando los pasivos son mayores que los activos, se aplica el equilibrio automático, comúnmente conocido como “freno”.
El alza de las pensiones contra los salarios se hace más lentamente, hasta que se restablezca el equilibrio. El “freno” se activó por primera vez en 2010 debido a la crisis financiera de 2008 y las reglas normales se han aplicado a partir de 2018.
A pesar de que las contribuciones totales al sistema sueco suman 23% del ingreso (sistema público + ocupacional), en Suecia, de acuerdo a la OCDE, una persona que gana el salario promedio a lo largo de toda la carrera, puede esperar tasas de reemplazo del 53,3% (41,3% es atribuible al sistema público). Esa tasa de reemplazo total se proyecta a la baja, para llegar al 33% en 2070.
Ante este panorama de bajas tasas de reemplazo proyectadas, lo que ha hecho el gobierno es introducir desde 2019 la llamada “edad objetivo de jubilación”, basada en la expectativa de vida promedio a los 65 años de edad, lo que en la práctica permite señalar a las personas que mientras más trabajen, mejor va a ser su pensión.
De las experiencias de Países Bajos y Suecia, se pueden extraer las siguientes lecciones para el resto de los países:
- La confianza de las personas en su sistema de pensiones depende en forma crítica de la brecha existente entre el nivel de las pensiones que se otorguen y las expectativas de pensión, tanto en sistemas de reparto como de capitalización.
- Países Bajos y Suecia cuentan con programas de pensiones no contributivos que otorgan una base mínima de apoyo para evitar la pobreza en la vejez, financiados con impuestos generales. Los sistemas de pensiones modernos deben contar con este tipo de programas, y su diseño debe ser pensado cuidadosamente para evitar desincentivos a la formalidad.
- Tener uno de los mejores sistemas de pensiones en el mundo de acuerdo a un índice internacional no evita la necesidad de establecer cambios para enfrentar los desafíos demográficos (mayor expectativa de vida y caídas en la natalidad), laborales (mayor trabajo independiente) y financieros (menor tasa de interés). Por ejemplo, Países Bajos en su sistema de capitalización ocupacional, ha tenido que proponer, entre otras, una reforma que permita transitar desde el “beneficio definido” hacia la “contribución definida” con el fin de garantizar los niveles de adecuación del sistema. Suecia, por otro lado, ha tenido que establecer un mecanismo de ajuste en la edad de jubilación que considera el aumento en las expectativas de vida, a través de la llamada “edad de jubilación objetivo”.
- Un sistema de reparto con elevadas tasas de aportes no necesariamente conduce a buenos resultados en términos de tasas de reemplazo, y ello se explica porque dicho sistema se ve afectado por el envejecimiento de la población (mayor expectativa de vida al jubilar y menores tasas de natalidad). El caso de Suecia es decidor en términos de cómo un sistema, mayoritariamente de reparto con cuentas nocionales, a pesar de tener elevadas tasas de aportes, las tasas de reemplazo son relativamente bajas y se proyectan aún más bajas a largo plazo.
- Para enfrentar el problema de solvencia de los sistemas de pensiones que tienen un componente de reparto importante, hay al menos dos alternativas: Primero, reducir la generosidad de sus beneficios y/o endurecer los requisitos para acceder a ellos. Por ejemplo, en el sistema sueco, para lograr la sostenibilidad fiscal, se tienen que reducir las promesas de pensiones a través de un freno automático, aumentar las contribuciones, o aumentar progresivamente la edad de jubilación a través de un incentivo. Eso debe ser considerado seriamente por otros países que están mirando implementar sistemas de reparto partiendo desde una situación inicial donde el sistema está plenamente capitalizado. Segundo, vincular la edad de jubilación conforme al incremento en las expectativas de vida. Países Bajos y Suecia han incorporado esta característica en sus sistemas de reparto.
- Los sistemas de pensiones ocupacionales de capitalización y los sistemas de ahorro voluntario tendrán un rol cada vez más importante en complementar las pensiones que otorga el sistema público. En Países Bajos, el 58% de la pensión total proviene de los sistemas ocupacionales, en tanto que en Suecia ese porcentaje llega al 22%. La reducción de la generosidad de los beneficios de los sistemas de reparto, causada por el envejecimiento de la población, deberá ser compensada por los planes ocupacionales obligatorios y planes de ahorro voluntario, para así mantener y/o mejorar las pensiones de los trabajadores.
El informe completo lo puede obtener en el siguiente enlace:
https://www.fiapinternacional.org/wp-content/uploads/2022/03/Nota-de-pensiones-61-Mar-2022-ESP.pdf
- Janwillem Bouma estudió Economía en la Universidad Erasmus. Él es el presidente de PensionsEurope desde 2015. También es miembro del consejo de la Federación de Fondos de Pensiones de Holanda desde 2014, presidente del consejo de Centraal Beheer Algemeen Pensioenfonds (APF) desde 2019 y presidente del consejo de administración de Stichting Pensioenfonds Hoogovens desde 2019. Janwillem fue miembro del Occupational Pensions Stakeholder Group (OPSG) de la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación (EIOPA) durante el período 2015-2018. También trabajó en Royal Dutch Shell y en Montae & Partners hasta 2019.
- Este dato incluye la tasa de cotización al sistema público (18%), y el promedio de aportes que se hace a los planes de pensiones ocupacionales. Fuente: Pensions at a Glance 2021 (“Table 8.1. Mandatory pension contribution rates in 2020 (% of gross earnings”). Disponible en: https://stat.link/files/ca401ebd-en/h4uwj7.xlsx
- Fredrik Palm es un profesional en gestión de productos con un M.Sc. enfocado en Estadística Matemática, Ciencias Actuariales y Finanzas de la Universidad de Estocolmo, Suecia. Actualmente es el jefe de Producto en Alecta, el mayor fondo de pensiones sueco. Tiene un historial demostrado de trabajo en la industria de seguros y es experto en riesgo financiero, gestión de riesgos, seguros de vida y fondos de pensiones. FIAP / NOTAS DE PENSIONES 2 Nº 61 MARZO 2022