Las celebraciones que tuvieron lugar en la Margen Occidental y la Franja de Gaza tras los últimos ataques terroristas perpetrados en Israel son otra muestra de la creciente radicalización entre los palestinos y de su rechazo a reconocer el derecho de Israel a existir.
Las expresiones de júbilo de los palestinos que salieron a las calles a repartir dulces y corear eslóganes a favor de los terroristas evocaron las que tuvieron lugar cuando el dictador iraquí Sadam Huseín lanzó misiles contra Israel en 1991, durante la Primera Guerra del Golfo, o cuando organizaciones terroristas como Hamás, Fatah y la Yihad Islámica Palestina cometían atentados suicidas durante la Segunda Intifada, que estalló en el 2000 y en la que fueron asesinados cientos de israelíes.
Aparte de poner de relieve el irrespeto palestino por la vida humana y su apoyo al terrorismo, dichas celebraciones han vuelto a probar que un palestino que asesina a un judío es un héroe, mientras que uno que busca la paz con Israel es un traidor.
Una encuesta publicada el pasado 22 de marzo encontró que el apoyo palestino a una “lucha armada” contra Israel había crecido en los últimos tres meses del 42 al 44%. En el léxico de los palestinos, “lucha armada” es un eufemismo para las distintas formas de terrorismo contra Israel, desde el lanzamiento de piedras a los tiroteos, los apuñalamientos, los atropellos, los morterazos y los atentados suicidas.
El sondeo, publicado por el Palestinian Center for Policy and Survey Research, indicaba que una mayoría del 70% se opone a la recuperación del proceso de paz con Israel.
Según el referido sondeo, si las elecciones para la presidencia de la Autoridad Palestina (AP) se produjeran ahora, Ismaíl Haniyeh, líder de Hamás, el grupo terrorista respaldado por Irán que busca la destrucción de Israel, vencería al actual mandatario, Mahmud Abás. Además, una mayoría de encuestados dijo que votaría por Hamás en unas elecciones legislativas.
Otro 73% declaró que quería que el presidente Abás, de 86 años, dimitiera. Encuestas previas habían indicado que casi el 80% deseaba la salida de Abás.
Mientras la mayoría de los palestinos dice que quiere que su presidente abandone el escenario, la Administración norteamericana parece ser de los pocos en la arena internacional que siguen tratando con él y depositando en él sus esperanzas en relación con la denominada solución de los dos Estados y la paz con Israel.
Tras su último encuentro con Abás en Ramala, el 27 de marzo, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, volvió a insistir en el “compromiso” de la Administración Biden con el “principio básico” de la solución de los dos Estados:
Los palestinos y los israelíes merecen por igual vivir con la misma libertad, las mismas oportunidades, la misma seguridad y la misma dignidad, y creemos que la vía más efectiva de (…) dar expresión a ese principio básico es [la solución de los] dos Estados.
Aquí va una verdad incómoda para Blinken: en un sondeo realizado una semana antes de su viaje a Ramala, capital palestina de facto, la mayoría de los palestinos (58%) se mostró contraria a la solución de los dos Estados. ¿Por qué? Porque no creen en el derecho de Israel a existir.
Esos palestinos quieren paz sin, no con Israel. La única paz que conciben es una en la que Israel dejaría de existir.
Por eso es por lo que –como esa y otras encuestas previas han demostrado– la mayoría de los palestinos sigue apoyando a Hamás, cuya carta fundacional llama abiertamente a la eliminación de Israel. Para ellos es un deber religioso trabajar en pro de la “liberación de toda Palestina, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo”.
El artículo 11 de la carta antecitada dice:
El Movimiento de Resistencia Islámica [Hamás] cree que la tierra de Palestina es un ‘waqf’ islámico consagrado a las generaciones musulmanas futuras hasta el Día del Juicio. No puede ser dilapidado, en todo o en parte; ni entregado, en todo o en parte.
Y esto dice el 15:
El día en que los enemigos usurpan parte del territorio musulmán, la yihad [guerra santa] se convierte en un deber individual de cada musulmán. Ante la usurpación judía de Palestina, es imperativo alzar la bandera de la yihad.
La carta de Hamás también recuerda a los musulmanes un famoso dicho del profeta Mahoma:
No habrá Día del Juicio hasta que los musulmanes combatan a los judíos, y el judío se esconderá tras los árboles y las piedras. Las piedras y los árboles dirán: “Oh musulmanes, oh Abdulá, hay un judío tras de mí, ven y mátalo”.
Además, la encuesta comentada encontró que una vasta mayoría de los palestinos (73%) cree que el Corán contiene una profecía relativa a la erradicación de Israel. Sin embargo, la mayoría (57%) no cree la afirmación, respaldada por unos cuantos eruditos islámicos, de que el libro sagrado predice el año exacto de la derrota israelí: 2022.
Así que la vasta mayoría de los palestinos están convencidos de que el Corán incluye una referencia a la desaparición de Israel; lo único, que no saben en qué año se producirá. Esta convicción es una clara manifestación de wishful thinking por parte de la mayoría de los palestinos, especialmente de quienes cantan, bailan y reparten caramelos para celebrar atentados como los que se han registrado en las últimas semanas en ciudades israelíes como Beerseba, Bnei Brak o Tel Aviv.
Ensalzando la oleada de ataques terroristas en Israel, el dirigente de Hamás Mahmud Zahar declaró el pasado día 9:
Estas recurrentes operaciones heroicas revelan un hecho claro: que no hay futuro para los judíos en nuestra tierra palestina.
Como queda de manifiesto en la encuesta, los palestinos quieren un presidente como Zahar. Un líder palestino que hable de destruir Israel o asesinar judíos tiene más opciones de resultar elegido que uno que se proclame contrario al terrorismo o que quiera trabajar para alcanzar una solución de dos Estados.
Para los palestinos, es mucho más importante que uno se gradúe de una cárcel israelí que de una universidad. Por eso es por lo que el antiguo primer ministro de la AP Salam Fayad, reformista formado en EEUU y economista de prestigio mundial, consiguió sólo dos escaños cuando su lista se presentó a las últimas elecciones legislativas, celebradas en 2006. La falta de popularidad de Fayad se atribuye principalmente al hecho de que nunca estuvo preso en Israel por asesinar o herir a un judío, o por implicarse en actividades terroristas contra Israel.
Una de las razones de la creciente radicalización de los palestinos es la perversa incitación contra Israel y los judíos desplegada por Abás y la AP. En los días y semanas previos a la oleada terrorista, los dirigentes palestinos dijeron a su gente que los judíos planeaban profanar la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén y cometer crímenes en ella. Esas patrañas excitaron a los terroristas e incrementaron su motivación para el asesinato de judíos. Es también la clase de incitación que lleva a más palestinos a echarse en los agradecidos brazos de organizaciones extremistas como Hamás.
A los palestinos que celebran el asesinato de judíos sus líderes les dicen que el terrorismo pretende impedir que Israel cometa “crímenes” contra la mezquita de Al Aqsa. Se trata de una acusación completamente falsa, no en vano desde que comenzó el Ramadán decenas de miles de fieles musulmanes han acudido a rezar a la mezquita con toda libertad y seguridad.
He aquí otro ejemplo de cómo los líderes palestinos han radicalizado a su propio pueblo hasta el punto de que el asesinato de unos jóvenes judíos que estaban pasándoselo bien en un bar del centro de Tel Aviv se convierte en motivo de celebración pública. Los palestinos han sido radicalizados por sus dirigentes, que les han lavado el cerebro hasta el punto de que la paz con Israel o una solución de dos Estados son vistas como una oportunidad para la matanza.
Mientras, la Administración Biden sigue pretendiendo que Abás y su Gobierno son socios creíbles, y que los israelíes y los norteamericanos pueden negociar con ellos.
Habría sido más útil que Blinken denunciara las celebraciones y presionara públicamente para que la dirigencia palestina pusiera fin inmediatamente a la masiva campaña de incitación contra Israel y de glorificación de los terroristas que asesinan a judíos.
Ignorar las escenas de júbilo en la calle palestina y seguir pretendiendo que la AP es un socio confiable para la paz sólo llevará a una mayor violencia y a un mayor derramamiento de sangre. Ha llegado la hora de que la Administración Biden y los demás donantes occidentales den un golpe en la mesa y demanden el fin de la ponzoñosa campaña de deslegitimación de Israel y de demonización de los judíos. Hasta entonces, seguiremos viendo palestinos bailar y repartir caramelos cuando la sangre judía corra bajo sus pies.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
Un artículo de Jaled Abu Toameh, Periodista, miembro del Gatestone Institute