Recientemente el Parlamento Europeo emitió una resolución condenando -sobre el Estado de derecho y los derechos humanos en el país- a Guatemala, junto a Rusia y a Corea del Norte. Esto sólo demuestra que exceptuando Vox de España, que por medio del valiente Diputado Hermann Tertsch, se pronunció en contra, otras voces complacientes callaron. Claro, para ellos, Guatemala está invadiendo otras naciones, tiene un psicópata de Presidente de por vida, que se cree semidiós con misiles a la mano.
Si en Europa los partidos “conservadores” han cobrado auge, y hay más representantes de esos partidos en el Parlamento Europeo, por eso me pregunto qué entienden por “conservadores”. Exceptuando Vox y la Lega Nord, por sus comentarios, denotan un fuerte contenido de globalismo progre en su visión del mundo, que nada coincide con el concepto de conservador que manejamos en Guatemala y en América Latina. Conservador es para nosotros, aquel que preserva el derecho a la Fe, defiende la vida del bebé por nacer pero condena la del criminal, quiere un gobierno pequeño, impuestos bajos, Ejército fuerte, mayor libertad individual y un mercado realmente libre.
Exceptuando Vox y la Lega Nord, los “conservadores” europeos, sólo parecen apoyar algunos de esos elementos.
Después de ver a Sandoval en Panamá con el tarado de Blinken, queda claro que el servicio exterior de Guatemala está cundido de gente mediocre, pasiva, pusilánime, carente de educación, de amor patrio, y de los dos dedos de frente necesarios para establecer contactos con los partidos, diseminar información que contraste al veneno que diseminan las ONGs, defienda al país y proteste cuando debe, y hagan algo para balancear un poco el excremento que la izquierda esparce por el mundo judeocristiano contra Guatemala. Los Embajadores de años atrás lograban diseminar información porque eran Diplomáticos de verdad, no improvisados. Ahora, para muestra, varios botones.
Recuerdo cuando Washington pasó de Ariel Rivera, William Stixrud o Guillermo Castillo, Embajadores proactivos, al pasivo Villagrán que parecía maceta en el corredor. Se notaba, a leguas, quién defendía a Guatemala y quién no.
Ahora vemos que el trabajo de victimización de las ONGs ha sido apoteósico, profundo, y total. Mientras que nuestras Embajadas o les aplauden como focas o callan como cobardes. O bien, simplemente no tienen ni idea qué decir, y por ende, de qué significa ser un representante diplomático en el exterior. Los diplomáticos son la primera línea de defensa del país, ante el país anfitrión.
Más bien, me parece que la Cancillería está o llena, cundida, de gente adoctrinada por el nefasto mega corrupto chairo de Carlos Raúl Morales, que lo único que buscan es beneficiar a la izquierda. Corrupto, porque él sabe lo que hizo con nombramientos ilegales extraoficiales en Washington-DC.
Pero entre toda esta podredumbre, que incluye las porquerías de Gloria Porras tapando a su marido que violó a la madre octogenaria de Porras y que toda la izquierda pretende minimizar porque son una partida de depravados enfermos mentales.
Lo que me lleva al ciudadano y al poder que tiene y no sabe que lo tiene. Cuando decimos que la soberanía importa, es porque en un sistema republicano, la soberanía está en el pueblo. El soberano es el pueblo, no el gobierno. El gobierno trabaja para nosotros, nosotros pagamos impuestos para que el gobierno tenga dinero para gobernarnos. Por eso, lo ideal es que el gobierno sea pequeño, que garantice la paz y el orden público, y nos deje en paz en todo lo demás que se regula por sí solo.
Si así fuera, pagaríamos menos impuestos, el presupuesto de la nación sería mucho más pequeño, la deuda del país sería minúscula o no tendríamos y seríamos los ciudadanos los que ofreceríamos educación, salud, infraestructura, etc a competir libremente para elegir al que mejor servicio o producto ofrezca al mejor precio. No habrían monopolios ni oligopolios, todos a competir libremente con las mismas reglas en un país sin leyes específicas, sin subsidios, verdaderamente capitalista. No sería el mercantilismo asqueroso que tenemos.
El ciudadano tiene entonces el poder real. Si no compramos un producto, la empresa que lo ofrece quiebra. Si dejamos de ver un canal, el rating del canal se cae y quiebra. Si dejamos de sintonizar una emisora de radio, quiebra. Si dejamos de comprar un periódico o de verlo en redes sociales, quiebra. Somos nosotros los que elegimos que ver, que escuchar o que leer. Somos nosotros los que elegimos que información nos metemos en la cabeza. Somos nosotros los que escogemos si desnutrimos al cerebro de basura y mentiras, o si buscamos fuentes de verdad.
De igual forma, somos nosotros los que debemos exigir que las autoridades respeten las leyes, sean públicas o privadas. Si usted no está de acuerdo con lo que enseñan en la escuela, especialmente si es contrario a la Constitución, unase a otros padres y exija que la institución educativa respete las leyes del país y deje de enseñarle degeneres a sus hijos.
Es sencillo el tema. Si quiere respeto, hágase respetar y respete a los demás.
Imágen referencial, sede del Parlamento Europeo
Nota de Redacción: Betty Marroquín publicó el presente artículo originalmente en ElSiglo.gt