América Latina tiene vértebras que se unen en un cuerpo que no es uniforme por causas antropológicas, que se trata de interpretar en causas sociológicas y se traduce a los medios con narraciones realmente inconsistentes, en las que cada una de ellas cuenta con masiva difusión y no se permiten voces de oposición. Pero la realidad contradice lo que se construye mal y lo que se interpreta peor.
Un ejemplo de esta radiografía política estratégica es que tanto Chile como Perú intercambian acciones políticas que se van produciendo en cada país, se van probando en uno y luego se replica en el siguiente, para medir el pulso de la ciudadanía y evitar que lo improductivo siga tapando el camino de la revolución bolivariana que ha entrado en una fase de ” abierta recuperación” gracias al narcotráfico y la cadena de cárteles asociados.
Las estructuras políticas de Perú y Chile son similares, paralelas y alimentadas en idas y vueltas que los hacen “fluir y refluir” (eso es marxismo puro, por si acaso). ¿Ejemplos? Abran bien sus mentes para comenzar: Fujimori – Pinochet; ambos son “la señal del mal” en el discurso marxista leninista (vamos a subir la identificación de la militancia comunista que suelta esas definiciones). Y a la vez, ambos no son defendidos por los beneficiarios de “la señal del bien”, con lo cual el camino de la siembra del odio ha calado durante muchos años, de forma imparable porque los “dañantes” han sido constantes en el argumento (en realidad puros slogans), mientras los “dañados” se han quedado en silencio (como masas dispersas que no carecen de líderes continuadores).
En Chile ya van por culminar su despropósito legal para convertirlo en una nueva constitución que lleve al caos, al conflicto y a la confusión permanente las estructuras que lo han sostenido en lo económico, social, educativo, político e institucional. Legalizar el camino de la destrucción es, ha sido y será el objetivo del marxismo-leninismo-maoísmo actual, al que se le pueden añadir brazos supuestamente ambientalistas o ecologistas -contra la inversión privada formal-, brazos que son un puño violento en favor de la inversión privada ilegal, contaminante, invasora y delincuencial.
Los discursos en ambos países son los mismos, con los mismos rostros de odio y agresión. Los partidos comunistas, denominados de muchas formas, pero acreditados en el Foro de Sao Paulo, son los mismos, tienen similar patente, su principio activo es el comunismo, sus marcas son diversas, pero los efectos adversos superan la publicidad que los vende como esperanza e ilusión.
Y los medios de comunicación que sostienen, propagan, incentivan y alientan los discursos en ambos países, también son los mismos, como lo es la dejadez de los gremios locales -trabajadores, empresarios, ciudadanos- que creen en “un diálogo mercantilista” donde pierde el pueblo, van a perder las empresas y sólo ganan los marxistas, leninistas, maoístas, pensamiento gonzalo o araucano, igual es.
La lápida ya está sobre la tumba, falta poner tu nombre: ¿Chile primero? ¿El Perú primero?