El honor implica rectitud, decencia y dignidad. Como ser humano e intachable jefe naval, el almirante Luis Giampietri Rojas reúne esas características con una adicional, heroísmo.
Guillermo Bermejo, en cambio, es un miserable como lo demuestra su prontuario policial; y si hoy no está preso por terrorismo y ocupa una curul es porque el sistema fiscal y judicial comete crasos errores.
Definidos los personajes, queda abierta la pregunta de ¿por qué el odio de los comunistas es tan grande contra nuestras fuerzas armadas en general, y especialmente contra la Marina de Guerra?
Nuestros militares profesan valores que, desgraciadamente, no son comunes a todos, como la disciplina y el amor a la patria. Eso los define humana y profesionalmente. En consecuencia son garantes de la ideología y la estructura de la República liberal, unitaria, social y constitucional. Su misión es, luego, la defensa integral del territorio nacional, del pueblo y del Estado de Derecho.
Quienes, por el contrario, militan en la ideología marxista, son inmorales porque no participan de los conceptos del bien y del mal que nacen de nuestra identidad cultural. En tanto revolucionarios pretenden trastrocar violentamente el sistema democrático republicano para imponer un régimen totalitario en nombre de un utópico proletariado. Por tanto, consideran a los militares enemigos de clase, a los que deben desaparecer.
Los comunistas de hoy quieren eliminar la “patria burguesa” para avanzar a una refundación con repúblicas (autonomías) pluriétnicas y plurinacionales que serían gobernadas dentro de un esquema de “patria grande” por un poder central del partido. De eso se trata el Runasur castrochavista.
En cuanto a la Marina de Guerra, los comunistas la odian patológicamente porque desde su fundación en el siglo XIX jamás se plegó a los vaivenes revolucionarios. Fieles al constitucionalismo de Grau los hombres de blanco rechazaron activamente la desventura socializante de Velasco Alvarado; combatieron con fiereza al terrorismo genocida de Sendero Luminoso y el MRTA; debelaron el motín criminal de El Frontón; y fueron actores centrales de la recaptura de la residencia japonesa, donde se sepultó a los dementes emerretistas.
Hasta hoy la MGP no se ha dejado infiltrar, representando el último bastión de esperanza en la lucha de los peruanos contra Castillo y sus titiriteros del Foro de Sao Paulo. Esto explica los agravios contra Giampietri, a quien siempre defenderemos con lealtad. Pero esto también es la razón por la cual debemos acentuar el anticomunismo y cerrar filas con nuestras FF.AA.