Queremos ganar todas las guerras, pero nos agachamos antes de cualquier disparo, inconcebible comportamiento para saber si contamos con unos cuantos, con nadie o con todos en la batalla por una mejor democracia, por la defensa de la propiedad privada, del ahorro, de nuestra Fe, la familia y la Libertad.
Estamos dejando al Perú en las garras asquerosas de la incompetencia, de la ineptitud, de la mediocridad y el delito político que no nos atrevemos a proscribir, sino que lo aceptamos por ese “buenismo” tan peruano, tan buenas gentes, que parecería que tenemos que armar al asesino y forzarlo a matarnos lo más pronto posible.
Es así que yo les digo a todas mis amigas, vecinas y no amigas también: Ten la amabilidad de molestarte, tómate tu tiempo para sacar alguito de cólera de tu mente, hazle espacio a la indignación y vamos a las calles a protestar, pero hasta la derrota final del gobierno que nos está agotando toda paciencia y todo presupuesto familiar.
Si no sabes qué es lo que nos pasa que vivimos callados, volteando la mirada ante la pobreza extrema de cada esquina, es que te has vuelto parte del ejército de la dictadura del conformismo, de los silenciosos y agachados que se arrastran con la espalda doblada, eso es lo que está ocurriendo en tu cuerpo y mente.
Tantas marchas y ya parece el barrio donde vivo -allí donde todos nos conocemos- y faltan marchas donde asistan los que no conocemos y los que no nos conocen, porque no es suficiente mil, diez mil o cincuenta mil peruanos en la lucha, es necesario un millón, dos millones, todo el país en la victoria.
No vivimos para ser complacientes con el delito político, no vivimos para suicidarnos por orden del gobierno, tenemos que revelarnos y dejar la comodidad o la complacencia del silencio, tenemos que derrumbar la dictadura del conformismo y conquistar el poder para reconstruir la democracia, para solidificar la Libertad.
La gente está dormida y la vamos a despertar.
Imagen referencial, “Despierta! Ya es Hora” – Inspirado en Eckhart Tolle