Desde hace meses sostengo que el gran reto nacional no estriba solo en recuperar la democracia, sino en preservar la seguridad y la defensa nacional. El régimen de Castillo está poniendo en riesgo la viabilidad del Perú como nación libre y soberana y contra eso debemos actuar de inmediato por todas las formas posibles.
Con esa premisa hago propia la declaración de los ex altos mandos de las FF.AA., quienes en carta del 12 de mayo han reseñado como peligros, entre otros: la reducción del presupuesto de las Fuerzas Armadas, correspondiente al 2022; el mal empleo de los escasos recursos humanos y materiales; la evidente complacencia de la inaceptable injerencia extranjera (Cuba, Bolivia y Venezuela) en el quehacer nacional; la interferencia en los Procesos de Ascensos de Oficiales; el relevo arbitrario e injustificado de los comandantes generales; el empleo inadecuado de las Fuerzas Armadas contra la delincuencia común y crimen organizado; la desatención a los actos delincuenciales contra los principales centros de explotación minera del país; las paralizaciones en los aeropuertos; las diversas manifestaciones sociales que han generado el bloqueo de las vías de comunicación a nivel nacional; la intención de cerrar 45 bases contraterroristas en el Vraem, pese a la presencia de remanentes terroristas del Militarizado Partido Comunista Sendero Luminoso; la designación de prefectos y subprefectos pertenecientes al Conare-Movadef; la desacertada política contra el narcotráfico y minería ilegal; el nombramiento de autoridades y funcionarios del Gobierno Central, con antecedentes penales diversos y judiciales de terrorismo; la sucesiva provocación a la violencia de los principales políticos del partido de gobierno, que pretenden realizar eventos que agreden nuestra independencia y dignidad, propiciando la división entre peruanos y buscando la destrucción del Estado de Derecho; y las permanentes denuncias de probables actos delictivos que involucran altos funcionarios del Estado y al mismo jefe de Gobierno.
El responsable directo es el presidente de la República, a quien por convicción deben vacar o suspender dentro del marco constitucional. Sus políticas están poniendo en grave riesgo la propia supervivencia del Estado y eso no podemos tolerarlo.
Es hora de que nuestros militares en actividad entiendan que nadie propicia un golpe de Estado, pero también de que no se puede seguir permitiendo que la nación se degrade y que los miserables enemigos de la peruanidad destruyan impunemente la república que nos ha costado construir con sacrificio a lo largo de doscientos años de independencia. ¡Viva el Perú!