Estamos en medio de lo mismo de siempre: ineptitud, soberbia de la ignorancia, desfachatez de lo estúpido y complicidad en cualquier tontería que revele la pobreza integral -moral, humana, social, familiar, educativa, cultural y política- de todos los congresistas que aún siguen viviendo su sueño de “lo logré”, mientras el país entero sigue metido y sometido en el remolino del hambre y la miseria por culpa del gobierno en sus actos, pero también del hambre y la miseria provocado por un congreso que no legisla, que no controla, que no fiscaliza. Un congreso cómplice por cobardía y por un sucio y evidente interés y cálculo político.
Un país tan estupidizado que deja que le impongan el retroceso, un país soberanamente idiotizado y lambisconamente arrodillado, eso es el Perú de la era actual, en pleno siglo XXI contaminado por el socialismo, el progresismo, el ambientalismo y el comunismo cubiertos de caritas sonrientes y lenguas voraces. Nos apuñalan y pedimos más puñal y más profundo, nos hieren y reclamamos porque falta que nos salga más sangre, nos disparan, pero exigimos que nos desplumen a bombazos. ¿Es así que uno vive, o es así que uno sigue suicidándose lentamente, en agonía esperada y con ansias? ¿Tan imbécil puede ser un pueblo valiente, guerrero y tenaz?
No lo digas Ricardo, eres muy duro al expresarte. ¿Y qué entonces, me callo? ¿Permitiremos que este circo se siga apoderando de las mentes de más jóvenes y de muchas más personas cuya ingenuidad necesita una explosión de realidad, aunque el dolor de ver la verdad sea intenso, como intensa tendrá que ser su rebeldía y protesta junto a nosotros cuando por fin despierten?
El Perú tiene que explotar positivamente, sino seguiremos explotados negativamente los trabajadores, los empresarios, los soldados y las amas de casa, los estudiantes y los maestros, los ingenieros y médicos, cada enfermera y madre de familia, las señoras de los comedores populares y las que hacen movilidad escolar, el vigilante de cada barrio y cada esquina, de cada fábrica y cada banco, los campesinos y los choferes interprovinciales, y cada ciudadano, y cada jubilado y viuda que aún junta sus manos para ver si las monedas llegan a cubrir el costo de un pan para ella. ¿Eso, no te cólera, no te causa indignación?
Mientras tanto, los congresistas están de paseo en la India, y también en Marruecos, en China y algunos de los “mil doscientos países” que tu presidente dice que son socios del Perú (están de viaje y están cobrando de tu hambre por los días del paseo).
¿Para eso son congresistas? ¿Para estar de viaje de lujo, a comisión de placer cada semana de ese absurdo derroche de dinero que le han puesto “semana de representación”? ¿En eso se gastan el dinero de nuestros impuestos, tal y cual lo hacen los ministros y sus séquitos con millonarios desplazamientos para “conocer la realidad”, de la cual se dicen expertos?
Ya no sabemos qué nivel, qué grado, hacia donde va lo absurdo, porque solo falta que a los ciudadanos nos condenen por amar al Perú, sólo eso, porque hasta una bandera ha sido propuesta en reemplazo de nuestra sagrada Roja y Blanca… y nadie dice nada, ni se indignan, ni se les escucha, o si alguien dijo algo, su voz como que está bien bajita (y le falta huevos).