Es increíble que en un mundo que se dice civilizado se cometan 90 millones de abortos al año. Quienes están a favor del aborto cierran los ojos ante la evidencia de la matanza de un ser humano indefenso y ponen el reflector en la madre violada o en todas las personas que quieren interrumpir el embarazo de una mujer por alguna circunstancia que consideran importante.
Nunca quitar una vida puede ser solución para obtener algo beneficioso. No se justifica una guerra donde mueren miles y se destrozan varias familias para defender posiciones, fronteras o territorios estratégicos. Existen otros caminos y mecanismos para lograr ponerse de acuerdo. Las matanzas nunca serán camino, son antihumanas y desde luego anticristianas.
El inicio de la vida
La vida comienza en el momento de la concepción y se debe respetarla. La madre debe velar por el cuidado del niño que está por nacer. El ser humano que está en sus entrañas no es parte de su cuerpo, tampoco es un feto, ni un conjunto de células, es una persona que tiene derecho a la vida como cualquier persona. Está además indefensa y necesita una protección de la familia, que espera el nacimiento, y de los médicos que luchan por la salud y la vida.
Pena de excomunión
El aborto es un pecado gravísimo que además tiene pena de excomunión en todos los que han intervenido para que se realice. Se puede levantar la pena de excomunión cuando la persona arrepentida acude al confesor con licencias, para confesar y levantar la pena. La persona arrepentida que permitió un aborto deberá rezar por ese niño no nacido durante toda su vida. Muchas mujeres sienten el peso de ese pecado durante toda su vida al comprobar que han permitido la muerte de su propio hijo.
El grito silencioso de los niños
El grito silencioso es una película educativa provida de 1984 dirigida por Jack Duane Dabner y narrada por Bernard Nathanson, un obstetra y activista a favor del aborto ahora activista provida. Fue producido en sociedad con la organización provida National Right to Life Committee. La película muestra el proceso de un aborto por ultrasonido y muestra un aborto inducido que tiene lugar en el útero. Durante el proceso del mismo, se describe que el feto manifiesta dolor y malestar.
La Iglesia, defensora de la vida
La tradición de la Iglesia ha sostenido siempre que la vida humana debe ser protegida y favorecida desde su comienzo como en las diversas etapas de su desarrollo.
El primer derecho de una persona humana es su vida. Ella tiene otros bienes y algunos de ellos son más preciosos; pero aquél es el fundamental, condición para todos los demás. Por esto debe ser protegido más que ningún otro. No pertenece a la sociedad ni a la autoridad pública, sea cual fuere su forma, reconocer este derecho a uno y no reconocerlo a otros: toda discriminación es inicua, ya se funde sobre la raza, ya sobre el sexo, el color o la religión. No es el reconocimiento por parte de otros lo que constituye este derecho; es algo anterior; exige ser reconocido y es absolutamente injusto rechazarlo. (Doctrina de la Iglesia)
La Iglesia predica siempre la defensa de la vida y nos dice que el ser humano no es dueño de la vida. El único dueño es Dios y Él sabe cuándo nos trae y cuándo nos lleva.
Para tener en cuenta:
“Según la Organización Mundial de la Salud, es la interrupción del embarazo antes de la viabilidad fetal con medios adecuados. Esta definición no hace mención si el feto está vivo o muerto. En tanto que desde un punto de vista legal se considera aborto a la muerte del feto”
“La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, intr. 5).
“El niño y el adolescente tienen derecho a la vida desde el momento de la concepción. El presente Código garantiza la vida del concebido, protegiéndolo de experimentos o manipulaciones genéticas contrarias a su integridad y a su desarrollo físico o mental” (Constitución del Perú).