Con cierta buena voluntad –por un lado-, y con mucho interés –de provecho en el otro lado-, los medios de comunicación, los sobrevivientes en su independencia y los convertidos en organizaciones de manipulación política masiva, junto a grupos de eternos burócratas estancados en la academia (un tiempo en los ministerios, luego de nuevo en la universidad y después de retorno en el ministerio), han encendido con fuerza la obsesión de imponer reformas en cualquier aspecto de la vida nacional, lo que sea, cuando sea, pero que se hable de “reformas” y que sean ellos, los culpables de siempre, los responsables de todos los males, quienes lideren el debate y la consecución de sus intereses, no los del país en su conjunto.
La pelea entre los feudos de la academia y los establos de los medios, ha conquistado algunas bancadas del Congreso y varias oficinas públicas. ¿Sus sueños? Vamos a mencionar por ahora, sólo siete:
- “Reforma política” y no existen partidos políticos ni instituciones políticas, ni representación política. Pero los grupos electorales que se encuentran en el Congreso y en el poder ejecutivo, además de los que usan como máscara de oportunidad el logo de una ONG o la imagen de algunas universidades, intentan legislar cada vez que se les ocurre “cómo deben ser los partidos”, a fin de asegurase ellos –estos grupos de interés y de presión-, su presencia constante en el Congreso o en el gobierno nacional, regional y local, organizando su “cuoteo”, es decir, su renta, su alquiler de temporada electoral.
- “Reforma tributaria” y prácticamente no existen ciudadanos contribuyentes en un país pleno de informalidad. Pero las clases medias y los emprendedores, tienen que ser el objetivo del daño permanente de la administración tributaria, siendo la jamonada del sándwich, aplastados por los mercantilistas que usaron “reactiva” y aprisionados por los programas sociales que sirven de militancia política para esclavizar las mentes de los más pobres y desesperados.
- “Reforma del transporte” y no existen autoridades dedicadas al desarrollo y cumplimiento de las normas, sino a la extorsión de los que explotan indebidamente las necesidades de los usuarios. Ninguna norma se cumple ni se hace respetar, entonces ¿Qué se reformaría? ¿La coima? ¿La policía nacional entraría a hacer valer su rol en defensa del ciudadano?
- “Reforma del Congreso” y no existen representantes dedicados a legislar sino a fortalecer cárteles, grupos de presión irregular, organizaciones ilegales de poder oscuro sobre el Estado. El congreso es una oficina ambulante de tramitadores irregulares de municipios y empresas públicas que esperan estar incluidas en el presupuesto nacional, para engordar sus licitaciones y contrataciones de obras y personal que nadie fiscaliza. El congreso no puede tener iniciativa de gastos, pero tiene el control del ingreso de los gastos que ellos mismos colocan de contrabando.
- “Reforma electoral” y se pretende manipular la participación ciudadana, menospreciando el deber del Voto, haciéndolo “voluntario”, mientras se destruye la democracia. Se quiere confundir la Libertad con el derecho a expresar el Voto, cuando ya es voluntario decidir o no hacerlo.
- “Reforma previsional” y se destruye el sistema privado de pensiones para que todos culminen en la extrema pobreza con un sistema nacional de reparto de miseria. El uso del dinero para las pensiones de jubilación, en manos del Estado, es un robo anunciado que no se puede permitir.
- “Reforma educativa y de la salud” sin implementar primero el servicio del Estado al ciudadano y su familia… …brindando un estándar de educación de calidad en Libertad y un estándar de atención prioritario en salud, como base de cualquier servicio alternativo. El Estado debe brindar un nivel de atenciones con indicadores de calidad y sostenibilidad que sean ejemplo de competencias y resultados tangibles. Esos indicadores deben ser superados ampliamente por cualquier oferta alternativa.
Al final de todo este juego perverso de incentivar los eternos debates, muchas reformas se anuncian y NO se hacen y entonces comienza “de nuevo” el discurso de la reforma que nunca reforma nada.
Es como querer una nueva Constitución cada cierto tiempo, y después, si ocurre algo bueno, se busca demostrar que no es lo que se quería y que hay que comenzar de nuevo, otra vez, para seguir siempre estancados o retrocediendo.