Los grandes temas que inquietan a los peruanos son el fútbol, el fútbol y el fútbol. Después de eso, el fútbol.
No los critico, a mí también me preocupa y apasiona nuestra Selección Nacional en su desempeño cuando tenemos la oportunidad de volver a sentirnos alegres y felices, en medio de tantas desgracias económicas y tragedias políticas que son parte del paisaje diario. Por eso el fútbol es más que una válvula de escape o una cubierta de esperanzas, es la respuesta en la hora indicada.
Sin embargo, no logramos alcanzar la fiesta del Mundial pero vivimos, no podemos negarlo, una ilusión con ese toque tan nuestro de sonrisas, bromas, criolladas, música y fervor que nos dieron estímulos a cada segundo, gracias a los compatriotas que viajaron a Qatar estos días. Sí, ellos encendieron la mirada y la esperanza y colocaron el condimento clave de esa pasión que se impulsa en la alegría de todos, como hacer que el Metro de Barcelona se convierta en una combi de “todo Javier Prado- La Molina – Frutales”, con su “pie derecho” y el “pague con sencillo”, o tal vez el amigo que sorprendió a la orientadora externa del Estadio cuando le dice algo así como “miss, yei yu, Fransico, mai broder, and senkiu, etc…” y la chica no entiende nada, ante lo cual nuestro compatriota le pide el megáfono y suelta la palabra precisa: “palta rica palta, llévela casera”. Eso, eso es el peruano, con ideas, iniciativa, imaginación, buscando la sonrisa en cualquier momento, sobretodo tan lejos de la Patria.
Pero aunque parezca increíble, y nos lo preguntamos a diario diciendo “¿Porqué?”, porqué los últimos gobernantes del Perú se han especializado en borrar las esperanzas, las sonrisas y las alegrías.
Y es por eso que se les vacó o renunciaron, básicamente por inmorales. A pesar de grandes títulos o de recitar poemas, a pesar de venir con grados académicos, pareciendo gentes de cierto honor y esfuerzo, la podredumbre era su esencia.
Pero… es necesario repetir este “pero”, porque no crean que Castillo, por ejemplo, era lo mejor de la baraja que nos tocó afrontar en la cédula electoral pasada, ya que habían otros tan iguales desde todo punto de vista.
No se olviden que Acción Popular estuvo liderando las encuestas con su candidato, hasta que éste habló y habló de tantas tonterías, que felizmente se fue cuesta abajo, sino, no imaginan el país que tendríamos ahora, peor que con Castillo.
¿Qué proponía el candidato perdedor?
- Un nuevo modelo económico
- Una nueva Constitución
Y esas dos supuestas acciones políticas son exactamente las que dirige al actual gobierno:
- Destruir el modelo económico de la Economía Social de Mercado.
- Destruir los cimientos de la precaria institucionalidad, anulando la vigente Constitución Política del Perú.
Populismo de las izquierdas, como todas las ofertas que se iban anunciando con la Mendoza y los extremistas de Juntos por el Perú (que luego de su estrepitoso fracaso, ya cambiaron otra vez de nombre a su marca política electoral de la temporada), o los ultraizquierdistas del Frente Amplio del antiminero Marco Arana (totalmente extinguidos en los votos y carentes de respaldo popular), los “mezclados” de Antauro Humala y sus restos de excentricidades del grupo Unión por el Perú (fuera de carrera) y en el plano de la desaparición total, unos extraños movimientos partidarios que parecían entender las elecciones como un juego de lotería para ver si sacan algo, cobrando “algo” a los incautos que llevaban en sus listas, evidentemente.
Ese es el Perú de los ahora denominados “políticos” que usan la política para alimentar sus finanzas personales y familiares, irregularmente, ilegalmente en muchos y conocidos casos.
Como podemos imaginar y especular, hay émulos de Castillo -como cancha- y esos émulos tienen sus jinetes del apocalipsis, como Cerrón, como Antauro, como Goyo y tantos otros que andan escondidos o en sus escondrijos, que tal vez tuitean o escriben algo en sus “feis”, pero no dan la cara en el combate diario, en la calle, en los mercados, en las universidades.
Parece un sueño o una pesadilla donde hay émulos para rato, ese es el peligro y no hay que decirles lo brutos que son, lo ladrones que sabemos que son, lo perversos que son, lo hipócritas que son, sino que hay que jugarles de mejor –nosotros-, a miserables –ellos-, haciendo de la ironía, el criollismo, el sentir andino, la alegría selvática y el coraje costeño, una actitud permanente que los enfrente a toda hora, más allá del tiempo necesario para exterminarlos.
Tenemos un combate en plena ejecución, una responsabilidad para desarrollar la acción, hasta la derrota final del comunismo y los extremistas, antes que un émulo, quiera ser el reemplazo de la mula.
Imagen referencial, sólo como ilustración, mulas alegres en el campo
Nota de redacción: el presente artículo no hace referencia con la palabra “mula” a ninguna persona en particular. Si alguien se considera aludido, es por su propia creencia, por dichos de otros de repente -no lo sabemos-, no por obra nuestra.