En medio de un hogar impregnado de fe, nace Josemaría en Barbastro, España, cuando despuntaba el S. XX, exactamente el 9 de enero de 1902. No pasó mucho para que fundara el Opus Dei, el 2 de octubre de 1928. Quedó huérfano de padre siendo joven, y tuvo que velar por su madre y hermanos.
Pronto siente la vocación sacerdotal y a los 23 años es ordenado, después de obtener su doctorado.
Quiso siempre que el amor de Dios ocupara toda la vida del hombre, incluso la cotidiana. “Jesús, que sea yo el último en todo y el primero en el Amor”, escribió en Camino (no. 430).
Constantemente hablaba de la necesidad de servir, y de la entrega en el servicio, y recordaba mucho la frase del Señor: “El hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y a dar la vida en redención de muchos” (Mt. 20, 28).
Su estilo de escribir es claro y directo, lleno de alusiones evangélicas, siempre estimulando a recorrer el camino de la santidad, al cual todos estamos llamados por el bautismo. Santidad que podemos ir encontrando en la vida de todos los días, en todos los oficios, todas las profesiones, todas las vocaciones, y cuya búsqueda se debe constituir en nuestra tarea principal. “Todo lo aue se hace por Amor adquiere hermosura y engrandece”, escribió (Camino, 429)
Se distinguía por su alegría, por su simpatía, que rápidamente conquistaba el corazón de las personas. Seguía manifestando su caridad por las personas aunque estas lo trataran mal; lo único que hacía era rezar por ellos.
Al tiempo que recalcaba que somos solo instrumentos de Dios, enfatizaba en la preparación del apóstol, y en la intrepidez del apóstol, pero sabiendo que todo dependía de la bendición de Dios.
La santidad en la vida ordinaria
Durante unos ejercicios espirituales tuvo la iluminación de fundar una asociación en la cual cada uno, siguiendo sus labores ordinarias en el mundo, se dedicara a buscar la santidad, y de ahí nació el Opus Dei. San Josemaría repetía: “El creyente, ya sea barrendero o gerente, ya sea pobre o rico, sabio o ignorante, conseguirá su santificación y un gran puesto en el cielo si todo lo que tiene que hacer lo hace por amor de Dios y con todo el esmero que le sea posible. En el servicio de Dios no hay oficios de poca categoría. Todos son de gran categoría si se hacen por amor a Nuestro Señor”.
Fundada la Obra, como también se le conoce al Opus Dei, se dedicó a su expansión y perfeccionamiento hasta su muerte, ocurrida de forma repentina el 26 de junio de 1975, después de contemplar una imagen de la Virgen. Fue canonizado por San Juan Pablo II y su cuerpo reposa en la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, en Roma.