De un momento a otro han resucitado de la jaula de las jaurías de los medios de alquiler, las mismas que apoyaron a Toledo “a pesar de ser Cholo, pero estudió en Harvard y su esposa es una fulgurante académica europea” (y no estudió nunca allí el enjaulado cholo, ni su esposa fue fulgurante, ni académica para servir al país).
Sí queridos lectores, resucitaron las mismas que apoyaron a Humala porque “Ollanta es un nuevo rostro de la nueva izquierda nacional y Nadine encarna a una mujer transparente y siendo cholita, es el nuevo rostro de ese mestizaje hispano-peruano” (pero lueguito nomás, los abandonaron y odiaron).
Sí respetadas oyentes, resucitaron las mismas que apoyaron a PPK porque “siendo millonario, blanco como nosotras y financista, aunque no es de izquierda, es el recurso que el tiempo reclama y está bien rodeado de gente estupenda” (gentita que copó inclusive el MIDIS y los programas sociales transformándolos en una especie de pasarella de desfile de modas y agencia de viajes en plena desgracia del fenómeno del Niño).
Sí innatos observadores, resucitaron las mismas que gritaron “¡Aleluya! Un hombre que es como un padre para nosotras, un líder que no sabíamos donde estaba, asume la presidencia” cuando Vizcarra reemplaza a PPK traicionándolo (y aún hoy lloran por el lagarto, ante la carencia de presupuestos multimillonarios que usaron los medios con el responsable de la muerte de más de 200 mil peruanos).
Y no crean que allí acaba la “resucitación”, porque resucitaron con Merino para odiarlo y resucitaron con Sagasti para intentar endiosarlo y cubrir sus fechorías o mejor dicho, las fechorías de sus ministros y sus aliados.
Ese comportamiento contra todo, siempre a favor de sus bolsillos y “espacios barranquinos donde felizmente no entran otras, ni otros”, estuvo hipotecado gratuitamente en la segunda vuelta electoral a favor de Castillo y su familia, de Cerrón, los Quispe Palomino, Bermejo y Boluarte -luego de la derrota de la eterna candidata perdedora de la extrema izquierda hipócrita que avala a la procesada alcaldesa que recibió millones de la corrupción de Odebrecht-. pero hoy, al no haber conseguido colarse como antes en el poder, al no haber obtenido todo el financiamiento que recibían y esas añoradas subvenciones y privilegios, tan amplios, irregulares e ilegales como con Vizcarra y Sagasti para sus medios, ONG’s y “otros conceptos”, hacen muequitas contra Castillo y el partido comunista Perú “libre”, porque “es mejor este cholo ignorante que una china, o un blanco, un mestizo o un académico de prestigio que nos quiten nuestro sitio”, ¿O no, chicas llenas de arrugas en las manos?
Hoy en día, luego de haberle hecho la guerra a cualquier opción política alternativa a los años del desastre, a las décadas del robo de nuestros impuestos y la festinación de las leyes, han resucitado las mismas de siempre pero a criticar, llorar y maldecirnos a nosotras, a las Mujeres que defendemos la Vida, la Familia y la Libertad.
Les arde a esas momias del periodismo, que las Mujeres amemos a nuestros esposos y que amemos tener la esperanza de criar a nuestros hijos de acuerdo a nuestras creencias, principios y valores. Les arde.
Pero lo que más les irrita y causa odio a las momias del periodismo clasista y racista de la izquierda, es que por una marcha que hacen en un día que le llaman de orgullo, nadie las aplauda –a ellas- y nadie las reconozca, a ellas. Y es que las momias causan espanto, las momias deben quedarse en sus museos del terror y del horror, a las momias no se les lee, se les guarda en sarcófagos.
Hagamos eso, Mujeres, Mamás, abuelas, hijas, primas, tías, amigas, compañeras: encerremos en el sarcófago del silencio a las odiadoras, a las racistas del periodismo militante de las izquierdas repulsivas.
Imagen referencial, como recuento, Diva en la Jaula de las Locas, Barcelona