Comprendo que en el mundo que nos ha tocado vivir, las cosas no se den como uno desea o anhela, es al revés o simplemente “demora”. Y es que todos queremos que nuestros proyectos de vida y de país vayan de la mano, crezcan, se nutran de valor y logren el éxito. Ese es el grito de gol que ahoga la pasión. Sin embargo, parece que tenemos jugadores que buscan el autogol, que quieren mostrarse cansados para salirse o que los expulsen por un foul intencional. Así estamos, así estuvimos, no nos permitamos seguir en ese rumbo.
La política o eso que ahora se sigue llamando política es una asquerosidad por donde la veas, la leas o la escuches, pero está allí y tenemos sólo dos opciones: la reformulamos para que renazca o la destruimos para que se aparte de nuestras vidas y destinos. No hay soluciones intermedias, porque la solución es una y nada más que una.
Hoy en día estamos discutiendo casi a diario de cosas importantes, pero que no son las más importantes para nuestra Nación en su conjunto. No te digo todos los temas porque ya lo sabes, pero te resalto uno solamente: tener otra Constitución.
Si te fijas bien, si tomas las cosas en su justa dimensión, no es lo más importante, sin dejar de ser importante el poder discutir su aplicabilidad en el futuro. Y no es lo más importante porque ahora estamos ahogados en un camino sinuoso, de fango y aguas tormentosas que nos obliga a decidir y tomar acción, así de simple, así de necesario.
Necesitamos aplicar la Constitución para ordenar el camino y el destino, para que sea predecible el rumbo, para que sea sostenible la Nación. Todo eso, lo necesario, lo justo, lo importante, se logra respetando, cumpliendo y haciendo cumplir la Constitución Política del Perú.