El delito no es sólo sacar dinero –a escondidas y sin autorización del propietario o administrador de recursos- de una caja fuerte o de una empresa pública, el delito no es solamente robar, estafar, hurtar, asaltar, quitar a la fuerza un bien ajeno, sino que uno de los peores delitos es quitarle el pan al hambriento, la medicina al enfermo, la esperanza a un Pueblo. Ese delito que mata al enfermo, que desnutre y ahorca lentamente al más pobre, que somete en silencio y acostumbramiento a los ciudadanos y sus familias, viene siendo usado en el Perú, con mayor impunidad y agresividad, desde el gobierno de Martín Vizcarra, legitimado por el gobierno de Francisco Sagasti y llevado a todos los extremos en el gobierno de Pedro Castillo.
Una “moda” que comenzó Ollanta Humala y siguió a medias Pedro Pablo Kuczynski, fue la de mandarse a confeccionar prendas de vestir –casacas, chalecos y gorras- para los Ministros y sus equipos de burócratas (que además recibían autos oficiales con chofer y guardaespaldas, moto policial que se usa como liebre para no detenerse en las intersecciones viales y así bloquear el libre tránsito vehicular de los ciudadanos, gasolina a tanque repleto, varios celulares de última generación, laptops e internet libre, vales de alimentos complementarios a su exorbitante salario mensual, gratificaciones de un sueldo completo dos veces al año, gastos pagados de desayuno, almuerzos y cenas sin límite alguno, seguro privado de salud con la máxima cobertura posible teniendo privilegios familiares en EsSalud, etc.).
Sin embargo, a partir de Vizcarra la moda se fue ampliando. Con Vizcarra, con Sagasti, peor con Castillo. Es escandaloso que los Ministros, viceministros, directores, sub directores, gerentes, sub gerentes, superintendentes y todos sus asesores, secretarias viajeras, ayudantes diurnos y amantes nocturnos y hasta consultores, reciban juegos completos de botas para minería (y ni uno fue a una mina), zapatos de vestir, carteras, maletines, mochilas, maletas, bolsos, casacas multicolores, chalecos también de varios colores, gorras, camisas blancas por docenas (cada vestimenta y aditamento con logotipo bordado de la institución pública), vales de alimentos por montos que van de 1,500 hasta 5,000 soles (sobresueldo se llama), viáticos para desayunos, almuerzos y cenas, gastos de movilidad para el funcionario y uso del vehículo oficial para la familia (para el colegio de los hijos, para el traslado de la pareja no oficial, paseos los fines de semana, ir al centro comercial de shopping, visitar a las amistades, lucir el Lexus, el Nissan o la camioneta 4 x 4, ir a la playa y hasta de campamento o de plancito a un motel… en el Wimbledon de San Miguel, ¿quizás?).
Pero también vino la moda –ahora en especial- de hacer intercambios de prendas. “Te cambio una casaca azul del ministerio por tu chaleco caqui de la Suná”, “vendo botas mineras talla 39, sin uso, sin logo, en su caja: 200 soles a la mano”, “me sobra un IPhone que me dieron en palacio, lo vendo por 300 dólares”, “te cambio un gorro de la PCM por uno del MIDIS”. Y eso, no para y sigue y sigue; estamos en temporada de venta y los intercambios por lo mismo y por la huachafería, también siguen.
Como todos lo pueden comprobar, desde el gobierno desvisten a los pobres, para vestirse con tus impuestos. Y decían: “No más pobres…” cuando hay que decir: “No más sinvergüenzas”.