Ciudad del Vaticano (AICA): “A veces pienso en la ira de Dios que se desencadenará contra los responsables de los países que hablan de paz y venden armas para hacer estas guerras. Esta hipocresía es pecado”, aseveró el papa Francisco esta mañana.
Si los corazones de los hombres son insensibles, no lo es el de Dios, herido por el odio y la violencia que se puede desatar entre sus criaturas, siempre capaz de conmoverse y de cuidarlos con la ternura y la fuerza de un padre que protege y guía. Pero a veces también pienso en la ira de Dios que se desencadenará contra los responsables de los países que hablan de paz y venden armas para hacer estas guerras. Esta hipocresía es pecado”.
Otro país que interesa al Santo Padre es Irak, al que, tras anunciar que tiene la voluntad de ir el año próximo, deseó que pueda mirar hacia adelante “a través de la participación pacífica y compartida en la construcción del bien común de todos los componentes religiosos de la sociedad, y que no caiga en tensiones que surjan de los interminables conflictos de los poderes regionales”.
“Y no me olvido de Ucrania -añadió- para que pueda encontrar paz su población, cuyas heridas causadas por el conflicto he tratado de aliviar con la iniciativa caritativa a la que contribuyeron muchas realidades eclesiales”.
Por último habló del grito de la gente que huye en los barcos en busca de esperanza, “sin saber qué puertos podrán recibirlos, en una Europa que, sin embargo, abre los puertos a barcos que cargan armas sofisticadas y costosas, capaces de producir una devastación que ni siquiera ahorra a los niños. Esta es la hipocresía de la que hablaba. Somos conscientes aquí de que el grito de Abel sube a Dios, como recordábamos en Bari hace un año, rezando juntos por nuestros fieles en Medio Oriente”.