Por, Valeria Escudero Conti @vescuderoconti
En mi país –el Perú-, las mujeres estamos empoderadas por nosotras mismas en una constante y decidida lucha contra la corrupción y esto se verifica cuando actuamos transversalmente para hacer respetar derechos, para conquistar visibilidad o cuando tenemos que defender a nuestras familias y comunidades.
Es en la costa, en la sierra y en la selva donde los ejemplos crecen y donde compruebo cada día más, esa voluntad popular de cambio, liderada por nosotras, las mujeres de toda condición social, educativa, cultural o laboral, que nos unimos en esfuerzos dispersos pero comunes, hacia la construcción de caminos de transparencia, ejemplo y dignidad.
Mi experiencia personal – causas y efectos
En las zonas mineras más importantes del país, donde la tierra es muy dura para sembrar y apenas algo de pasto se encuentra para el ganado, las industrias extractivas realizan intensas labores de exploración para luego impulsar la explotación de los recursos que serán transformados en potenciales valores de intercambio en el mercado mundial, como el oro, la plata, el cobre o el zinc.
Estas tierras pertenecen a Comunidades Campesinas que no conocen el valor de esas riquezas en toda su dimensión, pero sí conocen y saben el valor del agua, el significado de la tierra –pachamama- y el respeto ancestral que le deben.
Durante años, los dirigentes de las Comunidades han creído que negociar el precio de la tierra equivale al intercambio de mercancías y no precisamente a una secuencia de oportunidades que involucren a todos los actores sociales. Por ello, se ha hecho común que las Comunidades sigan como estancadas en el tiempo, perdidas en el olvido, mientras unos cuantos líderes se enriquecían con acuerdos irregulares, prefiriendo algo material antes que cubrir necesidades inmediatas y objetivos de progreso que se podrían realizar para hacer sostenible un futuro inmediato.
Es en esta realidad que nacen y crecen los conflictos sociales y son las mujeres quienes asumen un rol activo de generación de oportunidades, que nacen en la transparencia dentro de sus propias comunidades, participando en las asambleas primero y en las mesas de diálogo o trabajo después, en una conquista que ha tenido dos grandes opositores al inicio, sus propias parejas o esposos y la empresa más las autoridades locales o regionales.
Barreras que se volvieron naturales, terminaron siendo derribadas por el coraje y la valentía de mujeres alto andinas, que acompañadas por sus hijos, no dejaron de leer, aprender, pedir consejo, soñar sus vidas.
De allí nacieron acuerdos que permiten entregar a empresas de servicios múltiples lideradas por mujeres, algunos soportes para la logística minera, como el servicio de limpieza en campamentos y hospedajes, la atención de comedores o el ingresar a la planilla de trabajo, previamente capacitadas para desempeñarse como choferes de camiones o maquinaria de alto rendimiento y en otros casos, desarrollar la pequeña industria textil o artesanal de exportación. Todo esto, sin ningún momento de corrupción, al contrario, destacando en todo instante.
Las mujeres organizadas desde sus comunidades, han demostrado limpieza, transparencia, eficiencia y progreso, cambiando el rostro del paisaje minero, por uno más limpio, en sus manos.
Las causas de la corrupción se sostenían en la diversidad de actores que enredaban el proceso de presencia minera y el estancamiento socio económico de las comunidades.
A las mujeres se les dejaba de lado, para que sigan pastando o cuidando el rebaño solamente, sin abrirles posibilidades de decidir su camino. En esta realidad, van tomando presencia y voz, participan en asambleas, se vuelven dirigentes y enseñan a negociar con las empresas, reduciendo antecedentes de corrupción tradicional y aumentando las esperanzas de mejora de sus pueblos.
De mi experiencia directa, conozco comunidades donde las mujeres campesinas, son ahora empresarias en el campo, empresarias compitiendo con otras empresas, empresarias conquistando las ciudades y también exportando al mundo. Eso, es romper con el atraso y para lograrlo, derrotaron la corrupción con una sola decisión, participar y no ser espectadoras.
El efecto más notorio es que los hijos de estas mujeres, estudian con más ganas, miran el presente con alegría y el futuro con esperanzas. Ya no viven del discurso y de aceptar lo que otros deciden, son actoras de sus decisiones y ese es el mejor legado para sus comunidades y ellas mismas.
Proponer políticas o acciones a partir de la experiencia examinada
Un primer paso, es romper lo tradicional en el trato o diálogo cerrado que se ha hecho histórico en el tema minero, debemos hacernos más visibles, fomentar una presencia transversal en el panorama minero es importante, pero no es todo. Para hacer sostenible el rol de la mujer, de la mano de un sentido de fomento a la transparencia que derrota la corrupción, propongo
- Institucionalizar veedurías pro transparencia en el trato de las comunidades y los inversionistas privados, con las autoridades locales y regionales, como instancia de trabajo integral. Participar y tener un órgano o instancia de refrendo es importante, promueve una mayor transparencia y legalidad, una mejor aceptación de acuerdos y compromisos sociales para todos.
- Fomentar la participación de la academia, universidades, en el soporte a las comunidades, referido a temas de finanzas, contabilidad, administración y asuntos legales, a fin de defender el valor de la tierra y del agua. Construir un canal de asesoramiento que potencie el liderazgo de las mujeres, ya que los hombres por ahora, son mayoritariamente empleados en las labores mineras y las mujeres, tenemos un rol por asumir en mayor grado de responsabilidad.
- Establecer una política pública de diálogo en lenguas nativas como prioridad, para que las mesas de trabajo hablen un mismo idioma y las tradiciones se respeten. Somos las mujeres el elemento de mayor conservación de valores ancestrales y de nuestra lengua nativa.
- Para construir políticas públicas anti corrupción, la integración de todos los actores y componentes sociales debe ser visible y rendir cuenta a los miembros de cada comunidad aledaña y de influencia. Si tomamos en cuenta los directamente afectados o beneficiados, así como los potencialmente involucrados, uniremos comunidades en un mismo sentido y no se generarán conflictos entre ellos, por diferencias de aportes, ayudas o subvenciones.