El Presidente de la República cree que anda por buen camino y que además, sus carruajes están fuertes y son jalados con energía por sus fieles acompañantes. No se da cuenta que sigue dando círculos y que el agotamiento supera la realidad.
Lealtad como se dice, no existe en la política peruana. Puede ser compañerismo, amistad, sociedad, acuerdo, apretón de manos y hasta abrazo permanente. Pero lealtad, no.
Vivimos en un mundillo político lleno de cuchillos y chavetas, espadachines y jala alfombras que en el momento menos esperado, dan rienda a sus apetitos. Peor aún, si el centro del poder tiene una amnesia que la transforma en virus colectivo con sus adherentes en Palacio.
El Presidente se olvida de gobernar. Por ejemplo, debería estar desplegando una agenda intensiva que ocupe las 24 horas del día con el famoso y costosísimo Satélite PeruSAT-1 para identificar la ubicación de los laboratorios de producción de cocaína, de los campamentos de la minería ilegal en zona arqueológicas y áreas naturales protegidas, las embarcaciones piratas que depredan nuestro Mar de Grau, las zonas vulnerables que en los Andes producen huaycos y derrumbes por la acumulación de agua. Eso es agenda de trabajo por el pueblo y teniendo una herramienta a la mano, es incalificable que no se haga una lista de tareas y acciones inmediatas.
Pero vayamos a temas más calientes. Desempleo creciente, aumento vertiginoso de la informalidad, desprotección en pensiones y jubilaciones, estancamiento y retroceso en infraestructura de salud, bajo crecimiento productivo como país. Eso, no lo recuerda ni el Presidente ni los que lo rodean, ni quienes lo empujan a seguir sin trabajar….haciendo muy poco, cuando debería estar incansable, tenaz, convocante e indesmayable…. trabajando por el Perú.
Qué pena perder tiempo en odios, mientras se desprestigia la democracia.