Algunas personas que aducen o suponen poseer aires de moralidad y superioridad intelectual sin verse en el espejo de la realidad, tienen mucho sentido del humor para presentarse como la voz que tiene la respuesta correcta, precisa y adecuada para cada problema en el país. Son, se sienten preclaros, elegidos, autenticados y solícitos elementos de reemplazo para la coyuntura y para el futuro.
Ante dicho escenario, estos buenos peruanos, equivocados ciudadanos, se convierten en el muro del rechazo a toda propuesta de cambio racional, legal y constitucional y además, a todo esfuerzo de protesta para construir el cambio en democracia, hacia una mejor democracia (evidentemente, sin saberlo o sabiéndolo, pecando de soberbios, se vuelven obstruccionistas).
Un ejemplo. Nos dicen que hay que subir la valla para ser congresistas, ministros y presidente del Perú. Dicen que se necesitan “requisitos esenciales para ejercer el puesto” como poseer maestrías, doctorados y experiencia. Mucho cuidado, parece que no se han dado cuenta que vivimos en el maravilloso país de las falsificaciones y las adulteraciones, un país donde tener una maestría es como comprar el pan en una bodega. Y además, los mayores delincuentes de los últimos cincuenta años (por ejemplo, en el caso Odebrecht, vienen de las mejores universidades del Perú y del mundo) y tenían no una, sino dos maestrías y por supuesto, “el exigente” doctorado.
Mucho cuidado, los intachables no son el verbo divino. Eso por un lado y en el otro flanco, la justicia se ha vuelto un problema contra la verdad y el honor, convirtiendo una sentencia judicial muchas veces, en un castigo para reprimir al inocente y al enemigo.
¿Para ser presidente hay que ser qué, se necesita qué?
Dicen algunos: “levantar la valla, nuevos políticos, nuevos partidos políticos, nuevas generaciones”.
Repito, mucho cuidado, levantar la valla es primero, alentar la falsificación de documentos en complicidad con instituciones educativas que se han prestado a ese irregular e ilegal acto (sobran casos). Segundo, ¿Nuevos políticos no significa nuevos ladrones? Tercero, ¿Nuevos partidos políticos? ¿Pero acaso no son nuevos partidos los que llevaron al gobierno a Toledo, a Humala, a PPK, Vizcarra, Sagasti y Castillo? ¿No son esos nuevos partidos los expertos en falsificar firmas?
Estamos dando vueltas a lo mismo cada semana, todos los días, porque seguimos buscando al líder perfecto, al caudillo perfecto y al candidato perfecto, tan perfecto como creemos que debe ser, de acuerdo a lo que cada uno piensa. Y como todos se sienten los que tienen la razón, los imbéciles aprovechan la confusión. Y tenemos millones de imbéciles emitiendo un voto y una larga condena electoral.
No seamos perfeccionistas, “exigesionistas” -para decirlo en lenguaje peruano-, no hagamos que la ley tenga exigencias que van a hacer que se inventen requisitos inalcanzables y antecedentes honorables, que se falsifiquen historias, estudios y grados académicos. Hagamos simple el acceso ciudadano a una representación popular, dándole evidentemente un soporte profesional, de calidad y trascendencia (acá si se puede ser exigente al extremo). Serás presidente pero tus ministros deben y tienen que cumplir, ellos y sus equipos de la red de gobierno, exigencias más extensas e intensas que se puedan poner y cumplir; y que tengan una especie de sello previo “autorizado”, validado, comprobado (estudios, experiencia laboral y de gestión, trayectoria intachable, cero juicios, cero condenas y todo lo que sea necesario, antes, no después).
Simple: Para ser presidente de la República se requiere ser peruano de nacimiento, mayor de edad, nunca haber tenido sentencia condenatoria por delito alguno. Punto.
Ahora comienza a poner exigencias, a ver, pero mirándote al espejo.
Imagen referencial, en redes, intuición de líder