Cuando un gobierno de izquierda o ultraizquierda entra en desesperación porque carece de respaldo popular, no tiene rumbo ni objetivos y peor aún, está ausente de liderazgo, siembra una agenda de odios y resentimientos que van de la mano con la construcción de “ideas fuerza” violentas e inclusive, de enfrentamientos en nombre del supuesto “cambio”, la hipócrita defensa “de los pobres” y la auténtica protección de sus oscuros planes para asegurar que la corrupción, logre impunidad. Entre esos planes está el desmontar las bases legales existenciales, los cimientos constitucionales si éstos han permitido logros al país. Ese panorama, es lo que ocurre hoy en día en el Perú.
Las izquierdas que gobiernan desde hace varios lustros (Paniagua, Toledo, Humala, Vizcarra, Sagasti y ahora Castillo) han tenido todo en sus manos, presupuestos, creación de deuda innecesaria y emisión de bonos nada soberanos, multiplicación de la burocracia estatal ineficiente (más de 1 millón 400 mil trabajadores en planillas de la gigantesca estructura pública), incremento y multiplicación de tributos, compra de contenidos en los medios de comunicación y empresas de publicidad (y encuestadoras a favor de la opinión gubernamental del momento), represión “creativa” con el cobro de impuestos, o dictadura sanitaria con medidas excepcionales pero digitadas hacia la oposición ciudadana.
Nos enfrentamos sin saberlo a una mafia constante, que actúa impunemente mientras los ciudadanos y sus familias son manipulados por la prensa adicta al dinero del Estado.
Todo este cuadro de desgracias lo soportamos porque trabajamos sin límites de tiempos ni descansos, ya que la tarea de toda familia reside en el progreso y ese progreso sólo se impulsa en la educación. Pero la educación en el Perú requiere de equipamiento y entonces, luchamos porque nuestros hijos tengan una computadora, acceso a internet, soporte en programas que los aceleren en el conocimiento y esperanzas de lograr un mejor futuro en mejores escuelas, mejores universidades, muchas veces lejos de casa. Pero nos esforzamos, luchamos incansablemente, no tenemos tiempo para ser políticos o ladrones –que es lo mismo ahora-, sino que damos todo el tiempo necesario para avanzar, aunque los gobiernos de izquierda o aliados de las izquierdas, nos lleven al retroceso.
Pero el colmo, la sinrazón, la estupidez más grande siempre tiene un grado superior en el Perú: el gobierno comunista está fabricando liderazgos de arena con prófugos de la justicia y pretende que esos convictos sean los futuros congresistas, una escala superior delincuencial, formados en la agresión, en el hurto, en la coima y la gestión ilegal de concesión de obras públicas.
No existe reflexión para decir porqué, existe una realidad que hay que cambiar radicalmente, a todo costo, rápido y sin mirar atrás nuevamente.
Imagen referencial, una obra del artista sueco Pontus Carle, Stilleben