Hablar de lo que vas a leer ahora, causa sentimientos contradictorios si es que no pones pausa en tu tiempo de observador y analista político de ese maravilloso círculo de amigos que te rodea de vez en cuando. Vamos a hablar del odio y el resentimiento que un grupo de manipuladores de la política impulsa desde el oscuro y nefasto poder gubernamental en el Perú.
Abro el telón del “teatro del absurdo”, una suma de escenas que pueden parecer ilógicas, irreales y hasta llenas de ignorancia, pero que son lo que ocurre y sucede sin que nadie haga algo para ponerle fin o censura total.
La entrada tiene su razón de ser y se explica a sí misma: usar cualquier tontería para lograr un efecto repetitivo. ¿Cómo así? Empleando lo que tú inmediatamente vas a decir “es de ignorancia increíble, qué nivel”, pero se trata de una distracción provocada que produce que tú y los que comprenden el círculo inmediato que te rodea, hablen de “eso” y no de lo que está pasando en realidad. Repito. ¿Cómo así? Fíjate un ejemplo: Castillo dice que se conmemora la independencia de Arequipa y Huánuco, o que se inspira en “José” Basadre. ¿Cuál es tu reacción? “Qué imbécil, cómo podemos tener a tamaño ignorante de presidente”. Y mientras tanto… siguen subiendo los precios, sigue aumentando la informalidad laboral y el subempleo como respuesta a la menor oportunidad de trabajo.
Podrías hasta pensar, ante una convocatoria en palacio de gobierno a huestes, hordas y masas rentadas, pagadas, alquiladas, mercenarias, que Castillo está armando su fuerza de choque para las calles, pero la verdad es que esas gentes hambrientas de un dinero temporal, suben sus costos en cada “invitación” y que por efecto contrario, seguirán estirando la mano para acceder a esas reuniones de discursos y asambleísmos inútiles. Pero la realidad, la evidencia es que distraen a los que opinan de inmediato –gran error reaccionar con palabras al toque-, mientras abusan desde el Estado del poder represivo y sancionador de la estructura tributaria gubernamental, ¿O no es así?
Vayamos más a lo absurdo para que descubras otras escenas: dice que pone su cargo a disposición un inútil –a tus ojos- primer ministro. Sin embargo, no es una renuncia irrevocable, porque es un operador político útil, que destruye la confianza, eleva el odio, genera respuestas, aumenta la pasión fabricada para enfrentar a los peruanos y lo hace a cambio de 30,000 soles mensuales. No es un viejito tonto, es un artista de la fonominia barata.
El teatro del absurdo va más allá. Convoca artistas decadentes, faranduleros de redes, periodistas que aspiran estar en una nueva Cuba de fiestas y música de protesta, esa de los barranquinos de ambiente rosa y palabras discriminatorias. Y estos caviarones que siguen recibiendo dinero público, son el amortiguador del gobierno frente a los jóvenes que no ven el riesgo que tu y yo, sí vemos.
¿Te das cuenta? Es el teatro del absurdo.
Imagen referencial, Esperando a Godot, Buenos Aires, 1956