El mejor aliado para derrotar a las izquierdas que gobiernan, es alguien de su propio redil, algo de sus injertos, una agrupación de las tantísimas que se creen con liderazgos pero son muecas de algo que nadie sabe ni cómo llegaron a ubicarse en el poder.
La izquierda –en general- es un cartucho de anfo y dinamita que se compone de mecha corta, cubierta de cartón, cera líquida, hilo de plomo que la ajusta y los fósforos que encienden el desastre y el daño colateral. Pero existen dos elementos interesantes que se desprenden al final: el humo y las cenizas.
Este recuento es importante porque en el gobierno central (es decir, en el cartucho de los dinámicos del centro) están el partido comunista Perú “libre” y el cártel de Chota (la familia y los financistas de las rutas de la ilegalidad), cuya mecha corta es la dependencia de un grupo que controla todo desde dos ONG y otro grupo que lo hace -sospechamos eso-, desde dentro de la Cancillería y sabe articularse en el exterior con la gran mafia que dominan algunos organismos internacionales que cuando se precisa, lanzan comunicados, misiones de verificación y observadores de lo que sea para tratar de decir que “algo ocurre y te vamos a blindar con el escándalo a tu favor”.
La cubierta de cartón es la suma de los partidos o agrupaciones políticas que a cambio recibieron ministerios, cargos en empresas del Estado, posiciones directivas en organismo reguladores y algún grado de “intercambio por algo” en instituciones de las fuerzas armadas o policiales. Identificar estas nominaciones o designaciones ha sido algo tan frecuente en los medios como la fecha del calendario, imposible de ocultarse.
Pero no solamente por allí es el desborde del Estado (del gobierno en realidad) sino que algunos partidos políticos, como el que cambia de nombre cada cierto tiempo –el de la Mendoza por ejemplo, ese que no puede reunir tras varios años ni siquiera mil firmas para inscribirse-, ha sido beneficiado en posiciones bastante discutibles y con elementos mucho más discutibles. También, partidos al que pertenecen otros ministros que se han hecho conocidos por su ardorosa defensa de lo irregular, han recibido puestos públicos donde han asegurado a su militancia familiar y contractual, logrando escándalos más que acciones en beneficio del sector y del país.
El cartucho tiene en su composición una cera líquida que es como la alfombra que se jala a los que traicionan o no se comprometen. Allí la familia es la que opera y desangra la burocracia y se alinea con los minicárteles que representan el hilo de plomo que ajusta al final las contrataciones que sirven de caja grande a los peces chicos.
Los fósforos son de una clase especial: mediáticos, de mucha concentración y con sinuosidad para encenderse.
Finalmente, el humo y las cenizas vienen como daño elemental porque como son contaminantes, pueden estar coloreados, poco olientes, irritantes y penetrantes. Todo eso sucede, está sucediendo. Varios cartuchos ya han hecho explosión pero ni uno ha sido con el efecto dañino deseado, ¿Porqué? Porque para que la izquierda avance debe explotar la caja completa, no uno u otro cartucho, esa es nuestra suerte hasta ahora. Suerte, porque si la izquierda se une como un puño de odio y se propone destruir más al país, todo explotará sin remedio.
Tenemos, los que creemos y defendemos la Libertad y la Democracia, la fuerza para evitar esta desgracia latente. No podemos seguir perdiendo tiempo porque sino, seremos el desencadenante de la desgracia.