Parece como si en el Perú una dinastía de incapaces hubiese tomado el trono del imperio del absurdo y se hubiera a la vez, enquistado para no permitir que la suspendan o acaben, a fin de recuperar los ciudadanos, los caminos de una mejor democracia, que siendo frágil y a veces demasiado tolerante para admitir tantos abusos y abusadores, requiere un buen golpe de timón para encausarla en el rumbo preciso, con acciones y decisiones valientes.
Los ignorantes pueden ser muchos, pero los corruptos y los impunes no pueden vestirse de ignorantes frente a nosotros y nosotros, no podemos ni debemos permitir esa secuencia autoritaria y estúpida porque es inaceptable, más aún cuando es producto de las alianzas de grupos extremistas desde las izquierdas de toda condición explosiva contra el país, junto a mercantilistas que se apropian del dinero público, cuando no lo hacen del de los peruanos en su conjunto (nuestros ahorros por ejemplo).
¿Nuestros ahorros? Efectivamente, cuando un gobierno que se presenta hipócritamente como incapaz y poco preparado, permite que los ciudadanos y sus familias gasten sus ahorros para sobrevivir, teniendo el Estado el dinero suficiente para evitar esa condición de suicidio financiero y de “mejor uso mis ahorros y que el gobierno siga robando, pero me evito problemas protestando”, es que hemos entregado e hipotecado nuestra dignidad a cambio del silencio, hemos permitido legalizar el robo de los políticos contra la sociedad, contra nuestras familias, destruyendo el futuro de nuestros hijos y nuestra tranquilidad.
¿Es eso posible, es lo que estamos legitimando con cerrar la boca y mirar de costado? ¿Cuándo nos hemos vuelto tan imbéciles para callar y permitir todo eso?
Me resisto a creer que los peruanos hacemos filas para que nos inyecten vacunas que nos hacen ser sumisos. Me resisto a creer que en cada familia, existe la aceptación de callar y arrodillarse ante gobiernos corruptos, donde la impunidad es el emblema de los que dirigen el Estado. Me resisto y no comprendo qué pasa en las mentes de cada una de las familias pobres que se están volviendo más pobres aún, o de las familias de las clases medias que sacan a sus hijos de un colegio para bajarlos de condición educativa porque no pueden pagar ya las cuotas mensuales.
¿Y se callan todos sabiendo que ese drama es por culpa de un gobierno de izquierda que quiere exterminarnos, pero decirlo causa que te señalen como si estuvieras equivocado o te hubiera dado una peste de rechazo social?
¿Tengo que callarme también para no ser mal visto o tal vez, ser denunciado por las víctimas del gobierno, que ahora se enchufan con ellos traicionando principios que antes eran los mismos que teníamos los que amamos al Perú?
Y te pregunto: ¿Cuánto vale tu dignidad al ponerte de rodillas y callarte?
Imagen referencial, del artista sueco Martin Kellerman, extraordinaria relación de “no hacer nada y estar rodeado de todo” (interpretación libre)