Definitivamente la tarea de rescatar al Perú parte ahora desde Lima y por eso, estas elecciones municipales y regionales marcarán la línea de responsabilidades y la línea de ausencias en el deber ciudadano. No existe medio camino, no hay quizás, ni podría ser. Hemos llegado a un momento de ahogos, silencios y miradas de costado, que son inaceptables, pero que se entienden por esa carencia tan tonta que muchos tienen de creer que el final nos acerca a la luz o a respuestas que volverán a imponer el criterio en la política, el éxito en la economía, la paz en la sociedad.
Estamos inundados de “antauros y cerrones”, de extremistas en las acciones y extremistas en las palabras. Se venden ellos mismos como precursores del recambio social, siendo los generadores e inspiradores del caos, el odio y la violencia. Esa es la realidad, esa es la verdad, a eso nos enfrentamos en estas elecciones que tienen que inspirar ganadores, vencedores por la libertad y una mejor democracia. Así sea uno en todo el país, que sea una voz fuerte y de consensos, ese es el camino de la hora presente.
¿Qué no te simpatiza, que no te gusta, que te cae espeso el potencial ganador de la alcaldía de Lima, porque es un nuevo político, diferente, una persona con Fe y que lo dice, un empresario con ganas de servir y no de servirse? ¿Entonces, qué nos recomiendas? ¿No votar? ¿Elegir un procesado por crímenes terribles como violación a una campesina o por haber asesinado a un periodista? ¿Elegir a un don nadie que no hizo nada siendo autoridad distrital y quizo saltar a la presidencia porque el marketing lo podía convertir en producto de elección y no de gestión? ¿Tal vez al padre que reniega del hijo y lo avergüenza en cada declaración pública que hace con sus ojos desorbitados de malicia y perversiones? No pues, así no se decide.
Lima necesita dar el impulso que el Perú requiere. Y tenemos una sola opción y es esta “la última elección” –no te equivoques- para construir una fuerza que demuestre, en base al éxito y la verdad, que los demócratas estamos en el camino correcto cuando decimos que vivimos en un país para todos y lo hacemos verificable cada día, en cada instante.
Lima es el impulso, es la fuerza que tiene que ir hacia adentro, a las venas del Perú para alimentar de esperanza a las provincias, las regiones, el campo, la Amazonía y cada comunidad que tiene ganas de progresar y vivir en paz, pero que con los discursos de odio de las izquierdas, viven amontonándose en el olvido permanente.
El domingo de elecciones, tiene que convertirse en el domingo del cambio para no seguir retrocediendo, para no extinguirnos como sociedad y como país. Así son las cosas, así se asumen las responsabilidades ciudadanas.
Tenemos el poder para encender la luz que está al principio del túnel, no al final.